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Richard W. Rahn

El mejor camino para crecer

¿Cómo estimular el crecimiento económico y crear más puestos de trabajo? Líderes políticos, economistas, funcionarios y columnistas han estado opinando sobre esto y han surgido cuatro alternativas. La primera es que el gobierno gaste más. La segunda es instrumentar una rebaja de impuestos que beneficie a personas de bajos ingresos. La tercera es reducir los impuestos a las empresas y la cuarta es no hacer nada.

Supongamos que usted quiera tomar esa decisión racionalmente (algo que no sucede a menudo en Washington), ¿cuál alternativa escogería?

Que el gobierno gaste más es la que le gusta a quienes prefieren soluciones simples y no piensan en las consecuencias. Argumentan que cuando el gobierno gasta más, quienes reciben ese dinero adicional van a tener más para consumir y eso estimulará a la economía y creará trabajo. Lo que ignoran es que el gobierno sólo puede gastar más imponiendo mayores impuestos o endeudándose. Los mayores impuestos le quitarán a la economía un monto igual al nuevo gasto, más el costo de la recolección del impuesto. Además, el gobierno estaría reduciendo los incentivos para trabajar más, ahorrar e invertir. Por lo tanto, esta alternativa es mala porque termina disminuyendo en lugar de aumentar las fuentes de empleo y el crecimiento económico. Tal resultado se observa en aquellos países con grandes sectores gubernamentales que también sufren de mayor desempleo y de tasas inferiores de crecimiento económico. Es una de las razones del fracaso del socialismo.

Si el gobierno pide prestado para gastar, el efecto es algo menos dañino que aumentar los impuestos, pero hace uso de capital que de otra forma sería invertido por el sector privado. Si ese capital es invertido por el sector privado, el rendimiento es mayor y se crearán más puestos de trabajo que a través de las transferencias gubernamentales.

La propuesta de reducirle los impuestos a gente de bajos ingresos tiene el problema de que pagan muy poco en impuestos sobre la renta. El 50% de los contribuyentes con ingresos más bajos paga apenas el 4% del total. Reducirles los impuestos a este grupo significa concederles más créditos impositivos, lo cual equivale a una erogación por parte del gobierno. Así, el costo para la economía será mayor que el beneficio. Las ventajas de las reducciones de impuestos es que motivan a la gente a trabajar, a ahorrar y a invertir más. Y esa motivación es mayor entre quienes pagan tasas impositivas por encima del 20%.

La tercera alternativa es reducir los impuestos a las empresas, las cuales actualmente pagan una altísima tasa de 35%. El problema es que la empresa paga ese impuesto y después el accionista paga otro impuesto sobre el dividendo que recibe.

Pongamos el ejemplo que usted es dueño de una empresa de transporte. Si el impuesto corporativo es reducido, tendrá dinero para comprar camiones nuevos. Esos camiones necesitarán chóferes. Y salir de algunos camiones viejos significará aumentar la productividad al no tener camiones reparándose. El aumento en las ganancias de la empresa probablemente resultará en que se pague más en impuestos, aunque las tasas impositivas sean menores.

La última alternativa es no hacer nada. Esta alternativa es mejor que las dos primeras, pero inferior a la tercera.

La realidad es que para crear más empleo hay que reducir los impuestos a quienes pagan altas tasas. Y no debe preocuparnos aumentar el déficit fiscal temporalmente, ya que al reducir las tasas del impuesto sobre la renta, la mayor actividad económica aumentará a corto plazo las recaudación total.

Richard Rahn Es presidente de Novecom Financial y académico asociado del Cato Institute.

© AIPE

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