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Richard W. Rahn

En torno a Alan Greenspan

Alan Greenspan fue un mejor presidente de la Reserva Federal que sus dos antecesores, especialmente Arthur Burns y William Miller. Pero no se puede decir que Greenspan hizo un excelente trabajo

¿Sabe usted por qué Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal que se retira a fin de año, recibe tantas alabanzas? Porque él cometió menos equivocaciones que sus predecesores en asignarle un precio al dólar. Ese precio es la tasa de interés a corto plazo o sea lo que los bancos pagan a la Reserva Federal sobre el dinero que toman prestado.
 
Si lo pensamos bien, es raro que un funcionario fije el precio del dinero a corto plazo, cuando los mercados son tanto más eficientes fijando el precio de las naranjas, las computadoras y la ropa. Casi siempre que el gobierno fija precios tenemos escasez si se fijan muy bajos, o excedentes si lo fija muy alto. La gente que conoce historia económica sabe que el mercado es mejor fijando precios porque entonces siempre hay equilibrio entre la oferta y la demanda.
 
La pregunta es: ¿debe el gobierno fijar los intereses? Por ley la Reserva Federal debe proveernos de moneda estable; es decir, dinero que ni aumenta de valor (deflación) ni pierde valor (inflación), de manera que un dólar de hoy valga lo mismo que un dólar en el futuro.
 
Veamos la realidad. Una barra de 12 onzas plata pura 0,99999 producida en 1965 es idéntica a otra del mismo peso y pureza producida hoy. Sin embargo, en 1965 esa barra costaba  6 dólares, pero si usted hubiera hecho un contrato en ese año para recibir 12 onzas de plata en 2005 y recibe sólo 2 onzas se quejaría de haber sido víctima de un fraude. La inflación, que es robar el valor de su dinero, sería un delito si no lo perpetrara el gobierno.
 
En 20 años, de 1965 a 1985, el dólar perdió tres cuartas partes de su valor. Es decir, un dólar de 1985 equivalía a 25 centavos de 1965. Entre 1985 y 2005, el dólar perdió un poco más de un tercio de su valor, un historial horrible, pero mucho mejor que el de las dos décadas anteriores.
 
Por lo tanto podemos decir que Alan Greenspan fue un mejor presidente de la Reserva Federal que sus dos antecesores, especialmente Arthur Burns y William Miller. Pero no se puede decir que Greenspan hizo un excelente trabajo.
 
El problema es que el gobierno se apoderó del monopolio de la moneda. Si el gobierno es el único suministrador de dinero, es él quien determina cuanto hay y, por lo tanto, su precio. No es sorprendente que el gobierno normalmente se equivoca produciendo demasiado dinero, lo cual causa inflación, porque el gobierno, al contrario de la gente, es el que sale ganando con la inflación.
 
Bajo un sistema progresivo de impuestos, la inflación es un aumento de impuestos no aprobado por el parlamento, ya que los contribuyentes saltan a una tasa impositiva más alta sin haber aumentado sus ingresos reales. Al mismo tiempo, la inflación favorece al gobierno respecto a su deuda a largo plazo, mientras que los tenedores de los bonos del gobierno salen perdiendo.
 
A lo largo de 124 años anteriores a la fundación de la banca central en Estados Unidos en 1913, este país no sufrió de alta inflación persistente. Los bancos privados emitían billetes y el valor del dólar casi siempre se definía en oro, plata o una combinación de ambos metales.
 
En 1976, el economista más brillante del siglo pasado, Friedrich A. Hayek propuso en su libro “La desnacionalización del dinero” el regreso a monedas competitivas, argumentando que el mercado privado produce una mejor moneda (en la retención de su poder de compra) que el monopolio gubernamental. Milton Friedman y otros economistas han presentado argumentos similares.
 
En lugar de estar cada cierto tiempo a la búsqueda de un banquero central tan sabio que sabe más que el mercado (algo imposible entre mortales), sería mucho mejor eliminar el monopolio del gobierno sobre la moneda y ver lo que la competencia logra desarrollar en beneficio de todos.

En Libre Mercado

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