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Robert Bottome y Norka Parra

La gran farsa regional

La historia está plagada de trágicos ejemplos de cómo la indiferencia, los intereses personalistas y la voracidad de los gobiernos han permitido que se entronicen regímenes dictatoriales que avasallan y tiranizan a sus pueblos.

La historia está plagada de trágicos ejemplos de cómo la indiferencia, los intereses personalistas y la voracidad de los gobiernos han permitido que se entronicen regímenes dictatoriales que avasallan y tiranizan a sus pueblos.

Estas nefastas experiencias han llevado a la comunidad internacional a fijar una serie de normas tendentes a identificar preventivamente a gobiernos que se alejan de la convivencia democrática y del respeto a los derechos humanos o que restringen las libertades de sus ciudadanos.

Dos de estas convenciones son la Carta Democrática Interamericana y la Convención Americana de Derechos Humanos, donde se establecen los mínimos estándares para que se pueda calificar como democrático a un régimen.

Asdrúbal Aguiar, ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y profesor de derecho, publicó recientemente un artículo sobre 130 violaciones a los estándares democráticos cometidos sistemáticamente durante la década de gobierno de Hugo Chávez. Aguiar mantiene que estas violaciones no son simples omisiones por descuido, sino un ataque consciente y deliberado a las reglas democráticas, lo cual se ha convertido en la nueva norma. Algunas de estas graves violaciones son:

  • Violación del derecho de vivir en una sociedad plural.
  • Violaciones de la libertad económica y de la libertad de libre empresa.
  • Violación del derecho de la propiedad privada.
  • Violación del derecho de sindicalización y violación del derecho a trabajar en organismos públicos sin ser coaccionados a militancia política alguna.
  • Violación de la libertad de expresión y comunicación.
  • Violación de las libertades políticas y religiosas.
  • Violación del derecho a manifestar públicamente y de manera pacífica.

También en los acuerdos comerciales regionales se estipulan principios, valores y normas basadas en el respeto a la democracia y a los derechos humanos de obligatorio cumplimiento. Ese es el caso del Mercosur, el cual en el artículo 1° de su Protocolo de Ushuaia o Protocolo Democrático se deja sentado que "la plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración entre los Estados partes".

Por consiguiente, causa indignación que países de la comunidad Latinoamericana, como Brasil, a sabiendas de que el Gobierno de Hugo Chávez se ha alejado de los principios del Tratado de Mercosur y de sus protocolos, estén dispuestos a imponer sus propios intereses económicos para permitir el ingreso de Venezuela. Con ello se estaría tácitamente avalando que en Venezuela la democracia, el Estado de Derecho y las libertades ciudadanas están en plena vigencia. Pero eso sería una gran mentira, alta traición para quienes en Venezuela luchan por la democracia.

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