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Roger Bate

Amenazas a la lucha contra el sida

El presidente Bush quiere darle tratamiento médico a no menos de dos millones de africanos que sufren de sida y está dispuesto a gastar 15 mil millones de dólares de los contribuyentes para hacerlo. Uno pensaría que esto será estupendo para la industria farmacéutica, debido a que laboratorios como Merck, Pfizer y Bristol Myers Squibb desarrollaron las medicinas que están salvando las vidas de americanos con sida. Pero esas empresas están preocupadas porque la administración Bush parece estar dispuesta a comprar las medicinas a quienes están pirateando las patentes.

El sida es una verdadera tragedia en Africa, con más de 25 millones de víctimas y miles de enfermos adicionales cada día. Sin embargo, menos de 30 mil africanos reciben tratamiento apropiado y menos de 8 mil reciben medicamentos tipo Estados Unidos. Aunque pareciera haber un inmenso mercado para los laboratorios americanos, sólo los africanos más ricos pueden pagar por el tratamiento.

En Estados Unidos el sida está decayendo. Hace cuatro años había más de 70 mil pacientes con sida y hoy son menos de 40 mil. En el mismo lapso de tiempo, el número de nuevas medicinas que se están desarrollando para combatir el sida han disminuido en 33%. A la industria no le gusta admitir que los activistas han tenido éxito en su campaña de reducir los precios de las medicinas contra el sida. El resultado es que las inversiones para desarrollar nuevos medicamentos son ahora asignadas a otras enfermedades, en las que es posible obtener ganancias.

Los laboratorios tienen buenas razones para enfocar sus investigaciones hacia otros males. En los últimos años han sido duramente criticados en la prensa por sus políticas de precios y patentes. Sin embargo, está comprobado que las medicinas no son patentables en la mayoría de las naciones pobres y las patentes causan un impacto mínimo en países como Sudáfrica. Las causas reales de la escasez de medicinas son la pobreza, ignorancia, el estigma de enfermedades como el sida y falta de voluntad política en muchos países.

La administración Bush parece comprender esos problemas, pero no el daño que significa comprar medicinas piratas de la India. Para que surjan nuevos medicamentos es necesario que la industria farmacéutica pueda cubrir sus costos de investigaciones, desarrollo y producción en escala con ganancias en sus nuevas medicinas. El problema para los países pobres es que las medicinas contra el sida más baratas cuestan 350 dólares al año.

En cualquier caso, la creciente amenaza de copias genéricas y los ataques contra los fabricantes de medicinas para el sida están logrando que los laboratorios inviertan cada día menos en desarrollar nuevas drogas contra esa enfermedad. El ejecutivo de un laboratorio que no quiso ser identificado me dijo que sienten que han perdido la batalla contra los activistas, las ganancias se han venido al suelo y por eso ya no están invirtiendo en desarrollar nuevos medicamentos contra el sida. Alrededor de un 25% menos de empresas siguen en el campo de producir medicinas contra el sida.

En los últimos tres años, activistas como Médicos Sin Fronteras han celebrado sus victorias contra la industria farmacéutica. Paralelamente, las juntas directivas de esas mismas empresas están desviando sus grandes inversiones para combatir otras enfermedades. Mientras los gobiernos y los activistas culpan al capitalismo y a los grandes laboratorios de ganancias exageradas, son esas empresas las que logran las verdaderas soluciones, mientras que los otros sólo gritan.

La iniciativa del presidente Bush contra el sida puede hacer que más empresas farmacéuticas abandonen sus actividades contra el sida.

Roger Bate es director de International Policy Network.

© AIPE

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