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Roger Bate

Los horrores de Zimbabue

A menos que Sudáfrica aprenda de los terribles errores cometidos en Zimbabwe, se va a repetir la triste historia en sus zonas rurales.

Las recientes elecciones en Zimbabue no fueron libres ni tampoco limpias, por lo que era previsible que Robert Mugabe lograría su reelección a través de un bien planificado fraude electoral. Así continuará abusando contra los principios democráticos de libertad de prensa, protección a los ciudadanos, la propiedad privada y el estado de derecho por seis años más.

Pero mientras Zimbabue es actualmente una causa perdida, Sudáfrica —por mucho la mayor economía del continente africano— puede estar avanzando en la misma dirección. De ser así, África se convertiría realmente en el oscuro continente, de donde emigrarían las minorías competentes de negros y blancos. Sudáfrica podría evitar que eso llegue a suceder resolviendo un asunto clave: la asignación equitativa de los derechos a las tierras y al agua, lo mismo que la protección de dichos derechos. Lamentablemente, los hechos no parecen indicar que así se hará.

Cuando Mugabe tomó el poder en 1980 prometió redistribuir la tierra, en manos de la minoría blanca, a la mayoría negra, dándole especial consideración a aquellos que lucharon por la independencia. Los blancos de la entonces llamada Rhodesia del Sur habían logrado mantener el control por 16 años más que en la vecina Rhodesia del Norte (Zambia), la cual se independizó de Gran Bretaña en 1964, surgiendo el líder Kenneth Kuanda, favorito de la izquierda internacional. Kuanda procedió a nacionalizar todos los recursos y a aplicar políticas comunistas, empobreciendo drásticamente a su país. En 1964, Zambia era dos veces más rica que Corea del Sur; hoy es 27 veces más pobre. Los blancos de Zimbabue, viendo la devastación sufrida por sus vecinos, lucharon por mantener el control del gobierno, pero perdieron la pelea.

Mugabe fue inteligente y no desterró a los blancos cuando asumió el poder en 1980, como había amenazado hacer. Más bien se apoyó en las exitosas industrias creadas por los blancos, especialmente las plantaciones de tabaco. Les cedió terrenos gubernamentales a sus amigos, pero dejó las haciendas en manos de los blancos, temiendo que de lo contrario caerían las exportaciones y su acceso a monedas duras.

Pero en lugar de permitir una gradual reasignación de recursos hacia la población negra, entrenándola en labores del campo, procedió con las típicas construcciones monumentales y antieconómicas favorecidas por los políticos africanos: grandes represas financiadas por el Banco Mundial, adquisición de aviones jet, etc., mientras ignoraba las iniquidades contra las que había luchado. Mugabe sólo hacía referencia a la tenencia de tierras cuando quería molestar al gobierno inglés y evitar que éste protestara por sus abusos antidemocráticos.

Pero a partir de 1996 la situación desmejoró drásticamente y la gente protestaba por la escasez de alimentos y combustible. Desde entonces, desesperado por mantenerse en el poder, Mugabe comenzó a expropiar a los blancos y a prometer tierras a la población negra, lo cual disparó una caída en espiral de la economía que tomará décadas superar.

Las grandes tabacaleras inglesas y americanas están amenazando con dejar de comprar hojas de tabaco a Zimbabwe, por la escasa seguridad del suministro, lo cual beneficiaría principalmente al Brasil.

Entonces, ¿qué puede hacer Sudáfrica para evitar convertirse en otra Zimbabwe? Desde que Nelson Mandela accedió a la presidencia en 1994, la moneda sudafricana se ha devaluado de 3 rands por dólar a 11 hoy. La principal razón ha sido el riesgo político.

Esos dos países son diferentes en varios aspectos. Por ejemplo, Sudáfrica tiene un gran y sofisticado sector agrícola que produce azúcar, mangos, nueces, naranjas y otras frutas en gran escala, exportando en temporada de invierno a Europa y Estados Unidos. Zimbabue depende casi enteramente del tabaco. Pero los problemas de las tierras son los mismos en ambos países porque las más fértiles están en manos de hacendados blancos. Además, Sudáfrica ha hecho muy poco por entrenar a su población negra. Y para Sudáfrica la tierra es importante, pero el agua es crucial.

Una distribución equitativa del agua es difícil; muchos de los ríos se secan en invierno. Y las soluciones de mercado respecto a los derechos sobre el agua son ignoradas por los políticos y funcionarios, quienes quieren mantener su poder sobre las decisiones en la distribución del agua.

La actual situación es insostenible. El desempleo en Sudáfrica se acerca al 50% en algunas regiones. Sin un programa de tenencia de tierras y asignación de derechos sobre el agua, una revuelta popular puede producir reacciones a lo Mugabe y la invasión de tierras. A menos que Sudáfrica aprenda de los terribles errores cometidos en Zimbabue, se va a repetir la triste historia en sus zonas rurales.

© AIPE

Roger Bate es director del International Policy Institute y coautor de The Cost of Free Water.

Este artículo, junto a otros artículos de Rigoberto Stewart o Luis Pazos, se publican en La Revista de Economía e Ideas de Libertad Digital. Si desea leer más, pulse AQUÍ

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