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Rubén Loza Aguerrebere

El presidente que vino del frío

El domingo 25 de mayo asume el nuevo presidente constitucional de la Argentina, Néstor Kirchner. Llega al cargo tras el insólito curso que tomaron las elecciones en ese país: sin haber pasado por el ballotage, merced a la vergonzosa deserción de Carlos Menem, quien, curiosamente, le había ganado en la primera vuelta por dos puntos. Nacido en Santa Cruz, hace 56 años, Kirchner ha gobernado esa provincia, tan extensa como escasamente poblada (apenas el 0,5 de la población nacional), durante años. Está casado con Cristina Fernández (nacida en Mar del Plata hace 49 años), senadora desde 1995. Ella es una mujer que se ha destacado por su firmeza como legisladora, así como, dicen también, por su excesiva preocupación por el maquillaje. Los asesores de imagen de Kirchner, dicho sea de paso, trataban de no presentarlos juntos en los actos, ya que ella es una oradora más eficaz y pujante que él. Ya ha dicho, por otra parte, que continuará ocupando su banca en el Senado, que no será una primera dama como las anteriores y que, ni en sueños, se dedicará a las tareas sociales. Hay quienes sostienen que ella aspira a ocupar el cargo que dejara vacante su marido, como gobernadora de la provincia patagónica.

¿Qué pasó en La Rioja cuando Menem llegó acompañado por sus amigos más íntimos en medio de un silencio sepulcral y durante dos días? El resultado fue el anuncio de la deserción, el suicidio político. Se ha dicho, por ejemplo, que fue el resultado de una buena negociación (para Menem). Otros sostienen que fue presionado por gobernadores temerosos del llamado “efecto dominó”. Y la mayoría cree, sencillamente, que buscó llevarse el balón a casa para que no se jugara el partido, privando de esa manera a sus rivales del placer de derrotarlo abrumadoramente.

Néstor Kirchner, según las encuestas, podría haber alcanzado en esa segunda vuelta más del 70% de adhesiones. Esta fue la cifra que asustó a Menem y los suyos. Pero también asustó a Duhalde, el padre de la criatura, es decir, quien escogió a quien será el futuro presidente. Si bien es cierto que Duhalde criticó duramente la huída de Menem, el hecho es que esa desaparición ha dejado a Kirchner con un 22% de los votos, situándolo a él (quien se va de la presidencia interina mucho mejor de lo que llegó a ella) como primera figura del justicialismo. Tanto es así, que hay quienes aspiran que sea el nuevo jefe del peronismo.

Si el presidente patagónico que asume el domingo hace bien su trabajo, seguramente procurará ser reelegido en el 2007. Las reelecciones le gustan. En este caso, la caída de Menem (cuya ascenso comenzó en las internas justicialistas de 1988, creció cuando fue elegido presidente un año después y, luego aún más, al ser reelecto, y cuya caída acabó con el triunfo de De la Rúa en 1997) arrastraría a Duhalde. De suceder todo ello, Néstor Kirchner pasaría a inaugurar un nuevo estilo (no caudillista) en la política del vecino país, al otro lado del río ancho como mar, donde escribo.

Nacido en Río Gallegos, Kirchner estudió Derecho en Mar del Plata. Allí conoció a quien sería su esposa. Se casaron y se fueron a vivir y a trabajar al sur, como abogados, instalándose en 1976 en Río Gallegos. La pareja hoy tiene 24 propiedades, de las cuales 22 (por un valor de dos millones de dólares, según han declarado a la Justicia) son anteriores a su ingreso en la política.

En 1991, Kirchner fue electo gobernador de Santa Cruz; en 1995, tras reformar la Constitución provincial, fue reelegido; en 1999 y tras convocar un plebiscito que le resultó favorable, volvió a presentarse a la reelección y fue electo gobernador nuevamente. Cuando ganó al Estado, en 1993, un juicio por mala liquidación de regalías del petróleo, benefició a su provincia con acciones en YPF y 570 millones de dólares. Luego vendió al triple del valor original aquellas acciones, y ese dinero lo depositó en una cuenta en Suiza. Por esta razón fue duramente criticado, y se defendió de ello diciendo: “Prefiero preservar ese dinero hasta que se aclare esta tremenda crisis (de 2002)”.

Ahora, camino del sillón presidencial, ha realizado sensatos llamados a la serenidad y la unidad, procura armar un gabinete con amplia representación (Roberto Lavagna continuará en el Ministerio de Hacienda y más adelante pasaría a desempeñarse como Canciller) y negocia, junto a sus asesores y su esposa, con las autoridades parlamentarias del oficialismo los mecanismos que faciliten la rápida sanción de leyes que considera esenciales para iniciar su gestión: reforma impositiva, nueva coparticipación federal y compensación a los bancos por la pesificación asimétrica. Como se ve, una agenda esencialmente económica.

Por el bien de todos, cabe aguardar que la Argentina sea gobernada con una visión moderna de los problemas que la afectan, con seriedad y acierto. Esperamos que el nuevo presidente encuentre los caminos que hagan posible lo mejor para cada persona y la sociedad en su conjunto. Para la Argentina es esencial. Y no lo es menos para toda esta región.

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