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Rubén Loza Aguerrebere

El rugido del ratón

El modo en que empiezan las cosas.
 
Hace unos días la prensa bonaerense (hablando de cierto regocijo en la cancillería Argentina) señalaba que habían logrado cercar al presidente liberal de Uruguay, Jorge Batlle, en el ámbito del Mercosur, entre Kirchner, Lula y Lagos, de Chile.
 
Y ello, acaso puede relacionarse, ahora, con las palabras de Roger Noriega, Director para Asuntos Latinoamericanos del Gobierno de Estados Unidos, quien señaló que la política de Argentina le había decepcionado porque era errática, con sus inclinaciones a Cuba (el canciller Bielsa, ex montonero, visitó la isla del doctor Castro sin decir palabra de los fusilamientos y sin hablar con los disidentes) y asimismo por la ausencia de pagos al FMI.
 
Los políticos cercanos a Kirchner (olvidando un caso reciente con el diminuto Uruguay, con el cual se enojaron mucho y pidieron explicaciones sobre comentarios de un asesor honorario sobre injerencias en tierra ajena), dijeron que, en realidad, aquellas palabras de Noriega no expresaban el sentir del gobierno de los Estados Unidos, sino que eran las de un mero funcionario ¿Curioso, no? Un líder piquetero fue quien les alertó, diciéndole que había que tomarlas en serio, “porque Bush las mando decir”. Mientras tanto el diario “Clarín” titulaba: “Bush citó a Kirchner en México”.
 
Y aquí, el rugido. El presidente Kirchner dijo que a la Argentina no la cita nadie, que el dinero que entra al país se lo repartirán entre ellos y no pagarán deuda alguna y, por si fuera poco, agregó que: “a Estados Unidos le ganaremos por nocaut”. Tal cual. En un programa de TV, esa misma noche, el ex candidato liberal López Murphy, apabullado, llamaba a la seriedad en materia de política exterior y recordaba, respecto de los amores con la dictadura cubana, que desde hace treinta años la isla del doctor Castro (o Moreau) debe a la Argentina un préstamo muy voluminoso.
 
Por si fuera poco, y como diría mi amigo Jean Francois Revel, nunca faltan los “bien mandados”, y así, en un programa de la TV argentina, un analista llamado Gabetta (de “Le Monde Diplomatique” del Cono Sur) defendiendo a Kirchner explicó (sesudamente) que con estas medidas Estados Unidos procuraba “quebrar” al Mercosur, y agregó que el asunto del alineamiento argentino con Cuba era simplemente un pretexto de los americanos, porque “ellos tienen bloqueada la isla” (sic).
 
Análisis de tal envergadura y gobernantes que sueñan con triunfos dignos de Cassius Clay devolvieron a la memoria de no pocos, aquellos tristes días en que el general Galtieri declaraba, ante el regocijo unánime, la guerra a los ingleses (“porque la Malvinas son argentinas”), mientras miles de manifestantes clamaban, desafiantes: “que venga el principito, que venga el principito”. Ya sabemos qué pasó; y el principito ni siquiera se acercó.
 
Veremos qué ocurre el martes en la reunión de mandatarios de Monterrey, cuando el presidente que vino de la Patagonia se enfrente al líder nacido en Texas.
 
Sí, las cosas encajan.

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