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Rubén Loza Aguerrebere

Presidenciales y libertades individuales

Más fragmentadas que nunca se presentan las fórmulas para las elecciones argentinas. Al vencer el plazo de inscripciones, nos encontramos con once fórmulas; la mayoría de ellas están integradas por candidaturas mixtas, de diferencias tendencias, procurando abrir así el abanico de intereses del electorado. De esta manera ha ocurrido con todos, menos con el ex presidente Carlos Menem, a quien acompaña uno de sus escuderos más fieles, el peronista Juan Carlos Romero (gobernador de Salta), quienes van a la elección distinguidos por el lema “Frente por la lealtad”.

¿Cuáles son los retantes? Aquí están. “El Frente Nacional y Popular” lleva como candidato a Adolfo Rodríguez Sáa (peronista populista, cinco veces gobernador de San Luis y ex presidente por siete días en el 2001) con Melchor Posse (el alcalde de San Isidro). El “Frente por la Victoria” postula la fórmula Néstor Kirchner (gobernador de Santa Cruz y delfín de Duhalde) con Daniel Scioli (ocho veces campeón de motonáutica y que, se sabe, votó a Alfonsín en el 83 pero entró en la política activa gracias a Carlos Menem). Ricardo López Murphy (liberal) será acompañado por Ricardo Gómez Díez bajo el lema “Movimiento Federal Recrear”. La ex militante de la UCR, la diputada Elisa Carrió, junto al diputado provincial conservador Gustavo Gutiérrez, conforman la “Alternaniva para una República de Iguales”.

Luego tenemos al “Partido Socialista”, que postulará a los diputados Alfredo Bravo y Rubén Giustiani. El “Partido Socialista Auténtico”, cuya fórmula integran Mario Mazzitelli y Adrián Camps. El “Partido Humanista”, que estará representado por Guillermo Soling y Liliana Ambrosio. La “Izquierda Unida”, por Patricia Walsh (ex peronista de izquierdas) y Marcelo Parilli. El “Partido Demócrata Cristiano”, cuya fórmula integran Manuel Herrera y Eduardo Cúneo, y, por último, el “Movimiento de Integración y Desarrollo” con la fórmula Carlos Zaffore/Fabiana Perié. Todos esperan, ansiosos, el 27 de abril. Y la gente sólo habla de ello.

Una buena para Uruguay, desde donde escribo. Se trata de un estudio que acaba de dar a conocer “Freedom House”. Esta organización lleva seis décadas de actuación en contra de las dictaduras, la segregación racial y los derechos humanos, y da a conocer anualmente estudios comparativos sobre derechos políticos y civiles de los ciudadanos, el nivel cultural y económico, los grados de corrupción, la conducta de organizaciones gubernamentales y las actuaciones de las fuerzas del orden, entre otros rubros. Pues bien, en su reciente encuesta sobre los años 2000/2002, pasó revista a 192 naciones. Allí, Uruguay aparece con la más alta calificación en América Latina (que es 1,1) y, de esta manera, se sitúa por encima de países como Francia, Alemania y Japón. En el mismo nivel del Uruguay, según esta encuesta sobre libertades individuales, se encuentran países como Canadá, Dinamarca, Suiza y los Estados Unidos. En los tiempos de la dictadura (en especial entre los años 1976 al 80), el Uruguay se encontraba entre los países “francamente no libres”, es decir, aquellos que no superaban la puntuación de 5,5. Tras el retorno a la democracia, en 1986, sin duda se ha mejorado extraordinariamente. Y en estos días el Ministro del Interior, Guillermo Stirling, me comentaba que su estilo llano y claro que “sin duda es para nosotros una gran conquista”, resumiendo así, en momentos tan difíciles por los que atravesamos, el orgullo por ser considerados uno de los países más seguros.

Falleció a los 88 años de edad, el codirector del diario El País de Montevideo, el Dr. Washington Beltrán, una personalidad de hondo prestigio en la vida política y el periodismo uruguayo. Su padre, que fue constituyente, y periodista como él (fundador del mencionado periódico), murió en un duelo a pistola con José Batlle y Ordóñez, tío abuelo del actual presidente uruguayo, Jorge Batlle, cuando Beltrán tenía 8 años. Recibió honores de jefe de estado: fue diputado, senador y presidente del Consejo Nacional de Gobierno, cargo, éste, que equivalía a la presidencia de la República. Fue una figura consular del Partido Nacional o Blanco. Tras el retorno a la democracia, los editoriales dominicales de Washington Beltrán marcaron un hito en el pensamiento nacional. La suya era una voz necesaria. En uno de los últimos, y mostrando su grandeza (“la capacidad de no olvidar, pero de no vivir presos de los recuerdos” como dijera el ex presidente Luis Lacalle ante su féretro el Panteón Nacional) invitó a votar por un ciudadano llamado Batlle. Liberal, hombre de vasta cultura, entregó lo mejor de sí mismo a su país. Descansa en paz.

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