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Santiago Navajas

La izquierda, contra Felipe VI

El discurso de Su Majestad es un texto magnífico para que los profesores de Educación para la Ciudadanía lo usen como una herramienta en sus clases.

El discurso de Su Majestad es un texto magnífico para que los profesores de Educación para la Ciudadanía lo usen como una herramienta en sus clases.
El portavoz de Podemos, Rafa Mayoral. | EFE

Técnicamente no hay oposición entre súbdito y ciudadano. Todos somos súbditos del Estado, en cuanto que tenemos que obedecer sus órdenes. Ciudadano remite al súbdito de un Estado democrático. Como muestra el Democracy Index, las mejores democracias son monarquías constitucionales. Es súbdito tanto aquel que vive en una república como la de Cuba como el que habita en una monarquía como la de España. Ambos son naturales del país sujetos a las obligaciones políticas. Pero sólo el de España es un súbdito-ciudadano, mientras que el de la república comunista es un súbdito-esclavo.

Hay que recordar lo obvio para comprender otro gran discurso de Navidad del rey de España, Felipe VI. Un mensaje sustentando en una ética del compromiso, la responsabilidad, el trabajo, la innovación, el respeto y el diálogo. En el que se apeló a mantener el ánimo y la fortaleza ante las dificultades sin caer en la lengua de trapo de Pedro Sánchez y su reiterativo uso de la dichosa, manida y cursi "resiliencia".

No es extraño que gran parte de la izquierda lo considere "otro error del rey de la derecha" (artículo de Ignacio Escolar). Porque el Rey apeló a tres de las cuestiones que más detesta ideológicamente la izquierda hegemónica: la confianza en nuestro país y en nuestro modelo de convivencia democrática, por un lado, y la responsabilidad individual, por otro. Es decir, el patriotismo, la democracia liberal y el individualismo como sustentos ideológicos de nuestro país a día de hoy, que la izquierda trata de demoler incluso desde las instituciones gubernamentales.

Las mismas instituciones que no hacen sino agravar los problemas señalados por el Jefe del Estado. No puede sino leerse en clave de crítica a la deriva del Gobierno, que acaba de aprobar la más nefasta ley de educación de la democracia, el párrafo en el que advierte sobre la posibilidad de una generación perdida por la pandemia y la pedagogía socialista.

Especialmente nuestros jóvenes; su nivel de desempleo es altísimo, y no pueden ser los perdedores de esta situación. Nuestra juventud merece tener la formación más adecuada, crecer personal y profesionalmente y poder llevar a cabo sus proyectos. España no puede permitirse una generación perdida.

No menos habrá resultado hiriente en el electorado de izquierdas el reconocimiento humanista del Rey al declarar que “cada persona importa, y mucho”, dado el actual contexto de aprobación de una Ley de Eutanasia que, cabe sospechar, por el pasado eugenésico de la izquierda, no está animada por un reconocimiento a la libertad individual sino simplemente por la eliminación pura y dura de aquellos vulnerables que ya no sirven desde un punto de vista colectivista.

Que Ignacio Escolar considere que Felipe VI es un rey de la derecha es, en realidad,un reconocimiento implícito de que la extrema izquierda y gran parte de los socialistas hasta ahora moderados están dejando de ser constitucionales. Aliándose con los terroristas y los golpistas, el objetivo ya no es como en tiempos del irresponsable entonces y arrepentido ahora Alfonso Guerra que a España no la reconozca ni la madre que la parió, sino destruir los fundamentos del modelo de convivencia democrática en España a los que se refiere Felipe VI: la monarquía constitucional, la lengua española y la cultura católica.

Quizás la Monarquía constitucional, o España misma, finalmente se vaya por el desagüe de la Historia debido a la deslealtad de algunos, la incompetencia de otros, la maldad de unos cuantos, la inanidad de muchos, la ignorancia extendida y la pandemia de estupidez que se ha adueñado de este país. Pero al menos hemos tenido un último atisbo de esperanza y de ejemplaridad en Felipe VI, que ha sabido siempre estar a la altura de las circunstancias, siendo duro con las espuelas y blando con las espigas. Para horror de las malas hierbas, los parásitos, los vándalos y la cizaña. El discurso de Su Majestad es un texto magnífico para que los profesores de Educación para la Ciudadanía lo usen como una herramienta en sus clases. Así los alumnos españoles aprenderían que el amor a su país empieza con el esfuerzo de conocer su pasado y trabajar por su futuro.

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