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Sergio Valentín

Mariano Zidane, Zinedine Rajoy

Zidane afronta las dificultades igual que Rajoy. Mensajes banales y sin dar una explicación que esté a la altura del cargo.

Zidane afronta las dificultades igual que Rajoy. Mensajes banales y sin dar una explicación que esté a la altura del cargo.
Zidane y Rajoy. | LD

Este lunes, Mariano Rajoy daba explicaciones del batacazo del Partido Popular en las últimas elecciones en Cataluña. Bueno, explicaciones, quizá haya exagerado. El presidente del Gobierno, fiel a su estilo, no ha dicho nada que no supiera ningún ciudadano de a pie. Rajoy, más bien, se ha visto obligado a decir algo a la prensa y, ante esta imposición, no ha ha querido o no ha podido, por incapacidad, cortar la primera de las muchas capas que tienen las elecciones de Cataluña: "Malos resultados", "Nos obligará a ser mejores y a trabajar más", "pido calma" y "prometo dar la batalla"... mensajes banales que no reflejan una situación más profunda de lo que nos quiere hacer pensar y que me han recordado, en su similitud, a lo que hace Zidane con la comprometida actual etapa del Real Madrid.

Zidane, al igual que Mariano Rajoy, por desconocimiento o por no querer hacer públicos sus auténticos pensamientos, hace el análisis más simple de la situación del Real Madrid; es el diagnóstico de un aficionado de bar que ojea el partido mientras charla con sus amigos. "Oye, que vamos perdiendo otra vez", "sí, es que nos falta pegada. Ronaldo lleva sólo 4 goles", conversarían. "Pero es que llevamos 9 tropiezos en 18 partidos. Digo yo qué pasará algo más, ¿no?", volverían a insistirle. "Qué va. Sólo nos falta ganar dos o tres partidos más y ya verás cómo vuelven a ser los mismos. Por cierto, ¿qué tal en el trabajo?", contestaría. Y a otra cosa, mariposa.

A Zidane, como a Rajoy, le falta contestar a la pregunta clave: ¿por qué se están cosechando estos resultados? Ya sabemos que van a trabajar, faltaría más; que no están pasando por un buen momento, eso lo ve cualquiera al ojear las encuestas o la tabla de clasificación. Pero si uno ha sido elegido por millones de españoles y el otro dirige al club más importante del mundo, supongo que nos podrán explicar algo más de lo que haría un aficionado que debate los temas de actualidad en el bar por las mañanas mientras se toma su café diario.

Soy consciente de que el análisis que realizan en público no puede ser el mismo que el que hagan en privado. En el caso de Rajoy desconozco si es así pero, por lo que sé y por lo que cuentan también mis compañeros, el mensaje de Zidane, el que deja en las salas de prensa cada tres días desde hace cuatro meses, es el mismo que hace en el vestuario. Y esto es lo más grave. Que pasen los partidos sin que haya una explicación amplia y, sobre todo, técnica, que dé esperanzas a un aficionado que se agarra a los éxitos del pasado porque nadie, desde el club, le da otro argumento que no sea, simplemente, confiar.

Zidane, que no es el mayor dotado en el discurso, podría compensar su falta de análisis con hechos, algo más importante que la palabra. Pero tampoco es el caso. En estos cinco meses y medio de competición, ¿cuántas modificaciones ha hecho Zidane? ¿Cuántas alineaciones han sorprendido o cuántas variaciones tácticas ha realizado en mitad de un partido más allá de sacar extremos y bombardear con centros laterales? Por todo ello, da que pensar que Zidane ha cogido el timón, ha fijado un rumbo y, por muchas tormentas que se encuentre por el camino, él no va a variar la dirección. Veremos si no le sucede lo mismo que a Ancelotti o a Vicente del Bosque.

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