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Susana Moneo

Jiménez de Parga

Es la primera vez que escuchamos decir lo que mucha gente piensa a un presidente de una alta institución del Estado como es el Tribunal Constitucional. Y no estamos acostumbrados a ello. Falsas ideas sobre cargos institucionales, sobre su servicio a la democracia, y temores infundados de acusaciones de partidismo, han puesto una mordaza a quienes ostentan tales cargos. Les hemos querido colocar una burka como si ello les salvara de la contaminación política cuando lo único que hemos conseguido es alejarles de la realidad. El presidente del Tribunal Constitucional no ha dicho más que lo que la mayoría de la sociedad piensa. Nadie en Estados Unidos ha cuestionado la política antiterrorista de Bush y eso, trasladado a nuestro país, es todavía una realidad más inmensa y dolorosa.

No sólo los nacionalistas vascos le han criticado. Algunos comentaristas han cuestionado el momento y la forma, que dijera la palabra “lehendakari” y que lo dijera tras su toma de posesión. Y yo me pregunto: ¿Es que mintió, es que ofendió a alguien? Sólo dijo una verdad a voces. Y, ¿qué mejor momento, precisamente como presidente de un tribunal que debe velar por las garantías que nuestra Carta Magna otorga a todos los ciudadanos? O, ¿es que ya nos hemos olvidado de ello?

A algunos les duele que se hable claro y ellos sabrán porqué.

Señor Jimenez de Parga, gracias por recordarnos que esa institución existe como garante de las libertades de todos los españoles, gracias por decirlo y enhorabuena por haberse quitado la burka. Espero que otros sigan su ejemplo.


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