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Susana Moneo

La papeleta del PSOE

Los socialistas no están tan contentos como parece. La rebelión de lo que ellos llaman la calle, la voluntad popular, se está volviendo contra ellos y lo saben, por mucho que sus acólitos se empeñen en pedir responsabilidades a la policía y echar balones fuera cuestionando la legalidad de este conflicto.

La calle no la ha tomado el pueblo. La ha tomado una serie de vándalos que están utilizando las consignas y los métodos de los que Arzallus llamaba los chicos de la gasolina, con el beneplácito de los socialistas y el aplauso de los de Llamazares. Sólo nos queda ver eso, cócteles molotov en unas manifestaciones en las que, los que se creyeron la supuesta cándida llamada de los obsoletos eslóganes de los sesenta, sacan a sus hijos y nietos a decir no a la guerra.

Y esa es la responsabilidad del PSOE. Porque bajo su pancarta ha dejado que florezcan los odios más radicales, las virulentas muestras de intolerancia. Los ha dejado y los ha consentido y, con ello, los alienta. Nunca fue más patente su apoyo al radicalismo. Y todo por una rentabilidad electoral.

Hay quien, entre los socialistas, está pensando que la estrategia está equivocada y que por ello, van a pagar un alto coste en votos. Aunque únicamente sea por su interés ante las urnas, es una meditación acertada. Se trata de un cálculo, pero muy realista.

Está dentro de lo creíble que el PSOE repudia los ataques a líderes populares y a sus sedes. No lo dudo, pero con frases como la de Caldera, hay que hacer un gran ejercicio de abstracción y confianza para estar convencido de ello.

Si lo rechazan, díganlo y demuéstrenlo de una vez, sin aderezos. Solo así será verosímil que tenemos un partido de oposición con derecho a mirar a los ojos al gobierno.

Si no, esa es su responsabilidad. Y debemos reclamársela.

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