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Susana Moneo

Los trileros del PSOE

Digan lo que digan, a Simancas se le entiende todo. Se le entiende que quiere quedar como adalid de la limpieza política y figura emblemática de la ética, y no perder el poder que virtualmente ha conseguido. Premisa totalmente contradictoria, realidad indecorosa y demostración de su interés por los ciudadanos madrileños.

Lo último es que se va presentar para no ser elegido. Ante esto sólo cabe la mofa, por puro sinsentido. O la indignación, por la desfachatez y el cuajo con que anuncia lo que no es sino una maniobra de todo un trilero de la política. Si nos creemos esta opción, para que salga adelante sólo cabe que él mismo no se vote o que dos de los suyos no le apoyen si Tamayo y Saez le dan su voto. El espectáculo está servido porque la votación no es secreta.

A la espera del nuevo episodio o el próximo molinete, muchos miembros de la ejecutiva de la FSM, emulando a Fausto Fernández, proclaman que Simancas debe de ser investido presidente aunque sea con los votos de los dos “despojos humanos”. Rematan su planteamiento arguyendo que si un narcotraficante vota a alguien, ese alguien no se convierte inmediatamente en narcotraficante. Por lo tanto, y siguiendo su tesis, Simancas no mutará en despojo humano ni en corrupto.

En el esperpento al que nos están obligando a asistir, en el colmo del surrealismo, cualquier cosa es posible. Cualquiera, excepto la convocatoria de elecciones sin triquiñuelas ni intentos de ganar tiempo.

Cuentan que, incluso, el secretario general de los socialistas madrileños puede seguir la línea argumental lanzada en el inicio de todo el lío para justificar su investidura: Los votos de estos dos señores, igual que las actas de diputados, no son de ellos, sino del partido. Es decir, se podría permitir aceptar su apoyo. ¡Seguro que no se pone ni colorado! ¡Seguro que contará con el aliento de algún medio!


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