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Susana Moneo

No es una partida de mus

Rajoy, flamante ministro del Interior, ha tomado las riendas del problema de la inmigración. A nadie se le escapa que su primera declaración pública sobre este asunto ha sido para enmendarle la plana al secretario de Estado, Enrique Fernández Miranda. Pero hay más. Si con el anterior ministro las reuniones o negociaciones eran a cuatro, es decir: Mayor Oreja-Fernández Miranda por un lado y Caldera-Rumí por otro; desde la llegada de Rajoy las cosas han cambiado.

Jesús Caldera, portavoz parlamentario socialista, y Consuelo Rumí, secretaria de Política social del PSOE, entregaron en su día el documento de siete puntos preparado por los socialistas a Mayor Oreja. En aquella reunión, Mayor dio por recibido el documento y le pidió a los socialistas que se lo enviaran oficialmente, también, a Fernández-Miranda. El primer encuentro con Rajoy fue muy diferente. No estaba Fernández Miranda, y el nuevo Ministro ni siquiera lo mencionó. Todo un síntoma.

Nos encontramos ahora con un estancamiento en la negociación sobre el desarrollo de la Ley de Extranjería, bajo la amenaza del PSOE –amenaza es aunque ellos no lo quieran reconocer— de presentar un recurso de inconstitucionalidad. El lunes se reunirá la Ejecutiva socialista, y allí se escuchará el dictamen de Consuelo Rumí y decidirán la estrategia. Esperan a una posible reunión entre Caldera y Rajoy el martes. Tienen hasta el día 23 para presentar el recurso. Pero en medio hay mucho ruido.

Hay socialistas que no se reprimen a la hora de asegurar que el recurso se va a presentar y que incluso ya está preparado. Algo que se resisten a reconocer los portavoces oficiales en esta materia, que no son otros que Caldera y Rumí, muy molestos, por cierto, por la actitud de aquellos compañeros de partido que siguen elucubrando a los cuatro vientos.

Si es cierto que no se puede intentar una negociación bajo la amenaza, también es de recibo recordar a quien tiene mayoría absoluta que debe intentar el acuerdo de verdad. La actitud de Rajoy, ninguneando al primer partido de la oposición, no facilita el entendimiento. Al llegar al Ministerio, pidió tiempo a los socialistas para estudiar el documento. Él mismo marcó el plazo de una semana. Ha terminado y no ha habido respuesta. Su salida del hemiciclo tras la sesión de control este miércoles, sin ni siquiera mirar a Caldera, ha levantado ampollas.

Los problemas de este país requieren seriedad y menos politiqueo de cara a la galería. No es una partida de mus. El envite lo perdemos todos.

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