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Susana Moneo

Toda tú eres un culito

Hace ya dos lustros que las mujeres se levantaron en pie de guerra por un anuncio en el que una modelo mostraba todo su esplendor como Dios la trajo al mundo. Nadie, muy pocos, recuerdan lo que el sesudo creativo quería anunciar, pero casi todos recordamos el slogan: “Toda tú eres un culito”. Se abrió un gran debate que fue desde el “son las feministas de siempre” hasta el “envidia cochina”. Se utilizaron todos los tópicos posibles y todos los chascarrillos que aún hoy pueblan los e-mails y faxes de estirados ejecutivos. Hombres, al fin y al cabo, a quienes van destinados muchos de esos anuncios calificados como sexistas.

Se utiliza a la mujer, y eso molesta, aunque algunos lo califiquen de papanatismo. Molesta porque demuestra que todavía una gran parte de la sociedad tiene la mente plagada de pobres estereotipos virtuales. Llevado a la práctica demuestra una realidad decepcionante. Si se demoniza la publicidad del alcohol o la violencia en la TV, por qué no hacerlo con los anuncios sexistas.

Vender a una madre en un anuncio, puede hacernos sonreir. ¡Qué ocurrencia! Ver una señora en topless para vender unas medias, a algunos les provoca un cierto babeo. Promocionar un “rollo de verano” a bajo precio, como llamada para ciertos viajes, ya parece excesivo.

Pues lo que provoca la sonrisa o el babeo es igualmente deleznable que la llamada al turismo sexual del último caso. Que piensen los que sonríen o babean, porque para ellos va esa publicidad. Yo que ellos, me molestaría.