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Thomas Sowell

Feliz “ya sabe usted qué”

Espero que disfrute de su cierre de invierno, de su Feliz “ya sabe usted qué” y antes que se convierta en tabú... Feliz Año Nuevo.

Era algo insignificante pero me quedé desconcertado cuando recibí un memorando informándome de que las oficinas estarían cerradas durante el “cierre de invierno”. Entonces caí en la cuenta que lo que ahora se llama “cierre de invierno” es lo que solíamos llamar “vacaciones de Navidad”.

Hace tiempo ya que varias universidades e institutos han dejado de llamarlas “vacaciones de Navidad”. Un gran centro comercial de San Francisco estaba engalanado con todo tipo de decoraciones navideñas - incluso tenían un enorme árbol y un Papa Noél sentado al lado- pero por ninguna parte aparecía la frase ahora tan controvertida de “Feliz Navidad”. La idea es que cualquier mención de la palabra Navidad puede ofender a las personas que no son cristianas y que eso debe ser evitado a toda costa.

Como persona que no está al tanto de las religiones de todos sus amigos, sin duda he enviado tarjetas de Navidad durante años a gente que era judía o que no era creyente. Sin embargo, ninguno ha protestado ni parece que haya quedado traumatizado por ello.

La Navidad es hoy en día una de esas cosas que nos hacen ir con pies de plomo en esta época en la que supuestamente estamos liberados. ¿Acaso somos unos borregos?

Con el transcurrir de los años nos hemos acabado acostumbrando a que la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) emprenda yihads judiciales contra el reconocimiento de la Navidad, cuando no están ocupados salvando asesinos y terroristas. La ACLU invoca esa famosa frase sobre “el muro de separación entre iglesia y estado”, una frase que no está escrita en la Constitución pero que, de alguna manera, se considera parte de la ley constitucional.

La Constitución prohibió al Congreso que posibilitasen “el establecimiento de una religión” pero este concepto no era algo misterioso, conocido sólo para eruditos legales de profundo raciocinio. La gente que escribió la Constitución sabía exactamente lo que significaba “establecer una religión” porque todos ellos habían tenido que vivir bajo una: la establecida y oficial Iglesia de Inglaterra. Que fuese establecida significaba que todos tenían que pagar impuestos para financiar esa iglesia, perteneciese o no a ella; además la gente que no pertenecía a la iglesia establecida no podía ser admitida en diversas instituciones ni tampoco ser nombrada a ciertos cargos oficiales.

Esto no tiene nada que ver con la Navidad, sea o no feliz.

Una de las tristes señas de identidad de nuestros tiempos es permitirle a la ACLU que nos engatuse o que nos amedrente con acudir a los tribunales por algo que nadie jamás presentó como ley. La ACLU se sale con la suya no sólo por los jueces progres que de la nada crean sus propias leyes y la llaman “ley constitucional”. La ACLU y otros se salen con la suya asustándonos con todo tipo de artimañas, e incluso cuando no nos amenazan con una demanda, nos salen con que no estamos a la última en ideas políticamente correctas.

No es sólo en cuestiones religiosas donde los medios de comunicación y la élite cultural parecen decididos a suprimir los símbolos de la civilización occidental. Se pueden ver banderas norteamericanas ondeando en los hogares de barrios pertenecientes a las clases trabajadoras pero raramente las verá en los campus universitarios de élite. Aquellos que destierran los símbolos de una civilización, a menudo minan a esa civilización también de otras maneras. La gente que nos advierte de que no seamos “eurocéntricos” frecuentemente es totalmente eurocéntrica cuando se trata de condenar los pecados de la raza humana como si fuesen peculiaridades de “nuestra sociedad”.

Estos no son puntos débiles aislados de los que nos podamos reír. A largo plazo, ninguna sociedad puede sobrevivir si no cuenta con la lealtad de su gente. El minar ese sentido de valor de una sociedad mina esa lealtad y sin lealtad, no hay defensa.

En la jungla internacional, ahora más peligrosa debido a las redes terroristas que circundan el globo, cualquier cosa que no esté bien defendida está en peligro, lo que significa que todos estamos en peligro, también nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Los que le hacen la guerra a los símbolos de la sociedad americana y la civilización occidental puede que no lo hagan más que por puro exhibicionismo moral o por un deseo de estar a la última moda. Pero la estupidez puede ser el preludio de la tragedia.

Espero que disfrute de su cierre de invierno, de su Feliz “ya sabe usted qué” y antes que se convierta en tabú... Feliz Año Nuevo.

©2005 Creators Syndicate, Inc.
* Traducido por Miryam Lindberg

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