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Thomas Sowell

Ignorando la economía (2)

Ya pasamos por todo esto en los años 70, cuando directivos de compañías petrolíferas también eran "juzgados" ante el Congreso y denunciados en la televisión por políticos. Acusaciones incendiarias pero imprecisas manaban por doquier en los medios.

El titular de un periódico rezaba: "Los legisladores se esfuerzan por definir la escalada de precios de la gasolina". Esto da fe de lo falsa que es la actual yihad del Congreso contra las compañías petrolíferas. "Escalada de precios" es una de esas frases que despiertan fuertes emociones pero que no tienen una definición exacta.
 
Allá donde los estados han aprobado leyes contra la "escalada de precios", sus distintas definiciones nos revelan lo resbaloso y arbitrario del concepto. Kansas trata de definir la escalada de precios como la venta a precios más altos del 25% antes de cualquier desastre. Georgia ilegaliza la subida de precios después de que el Gobierno del Estado haya declarado el estado de emergencia, a no ser que el vendedor pueda demostrar que sus costes han aumentado.
 
Al fin y al cabo, todo se reduce a lo siguiente. Se define como "escalada de precios" a cualquier cosa con un precio más alto que aquel que los observadores estén acostumbrados a ver . En otras palabras, se supone que los precios bajo condiciones normales tienen que prevalecer aún bajo condiciones anormales. Esto refleja la mala interpretación del papel que juegan los precios. ¿Por qué, después de todo, existen los precios? Para hacer que se produzcan cosas y estén a la disposición del público, así como para hacer que los consumidores limiten su consumo. ¿Y por qué de pronto se disparan los precios? Porque hay menos existencias disponibles de un producto, o bien porque hay una mayor demanda del mismo o ambas cosas.
 
Cuando los huracanes dejaron fuera de servicio los yacimientos petrolíferos y las refinerías en la región del Golfo de México, de pronto hubo menos existencias de petróleo. Eso significó precios más altos y mayores ganancias.
 
¿Cuál es el resultado de tener precios más altos? Fuerzan al público a no comprar más de lo habitual. ¿Cuál es el resultado de obtener mayores ganancias? Provocan una mayor producción de dinero, que a su vez se invierte para producir lo que sea que dé mayor rentabilidad, y esto a su vez aumenta la producción. ¿No es una mayor reserva de petróleo y una reducción de su consumo lo que buscamos?
 
Cuando se han producido fuertes subidas en los precios de la gasolina, sea a nivel nacional o localmente en California, la senadora Bárbara Boxer ha puesto el grito en el cielo exigiendo una investigación de las compañías petrolíferas. Estas investigaciones repetitivas durante los años han fallado repetidamente en demostrar otra cosa que no sea oferta y demanda.
 
La verdadera ironía es que progres como Bárbara Boxer son quienes han constituido los principales obstáculos para aumentar las existencias de petróleo, porque ellos están completamente en contra de perforar más pozos en más lugares y contra la construcción de más refinerías.
 
Cuando uno se no está por la labor de que aumente la oferta para que satisfaga la creciente demanda, ¿por qué nos sorprende –o peor aún, nos indigna– cuando los precios suben?
 
Y sin embargo, allí estaba la senadora Boxer en la televisión nacional, criticando los grandes sueldos que tienen los ejecutivos de las empresas petrolíferas, que seguramente ganan la mitad de lo que gana un gran número de jugadores de béisbol, o la décima parte de lo que ganan las estrellas de cine. La insinuación es que sus sueldos y las ganancias de las empresas petrolíferas son lo que hacen que los precios del petróleo suban. Pero no hay pruebas contundentes para respaldar ninguna de esas insinuaciones.
 
Dadas las enormes sumas de dinero necesarias para la producción de petróleo, aún si todos los directores de las empresas petrolíferas trabajasen gratis, no hay evidencia de que eso fuese suficiente para reducir el precio de la gasolina, ni siquiera un céntimo por litro. Y con respecto a las ganancias de las compañías –que, según Boxer, son la representación de la avaricia– estas ganancias por litro de gasolina son mucho menores que los impuestos federales por litro de gasolina. Pero los progres jamás han llamado "avaricioso" al Gobierno. Estos circos políticos tienen un precio incluso más alto que el de la gasolina.
 
Ya pasamos por todo esto en los años 70, cuando directivos de compañías petrolíferas también eran "juzgados" ante el Congreso y denunciados en la televisión por políticos. Acusaciones incendiarias pero imprecisas manaban por doquier en los medios.
 
Esta demonización de las compañías petrolíferas, hace que sea políticamente inconveniente quitar los controles de precios cuando otros controles de precios que datan de la era Nixon ya han sido derogados.
 
El resultado neto es que la escasez que los controles de precios ocasionan, desaparece para otras mercancías pero no para la gasolina. Los conductores tuvieron problemas en encontrar gasolina, y a veces pasaban horas en largas colas frente a las estaciones de servicio. Este es el precio escondido de la demagogia política.
 
Cualquiera que sienta nostalgia por aquella época esperando en la cola de la gasolinera, que a veces hasta daba la vuelta a la esquina, puede apuntarse a lo del control de precios o a otras leyes para adoptar duras medidas contra las grandes empresas petrolíferas. Solamente le pedimos que sea consciente de que todo tiene un precio. No hay nada gratis, ni siquiera la demagogia.
 
©2005 Creators Syndicate, Inc.
*Traducido por Miryam Lindberg

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