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Thomas Sowell

Los hijos y nietos de los inmigrantes

También los "trabajadores invitados" procedentes del Tercer Mundo en Europa estaban contentos de estar allí, pero sus hijos y nietos han desarrollado actitudes muy distintas y problemáticas, con la ayuda de activistas, demagogos y medios de comunicación.

Quienes presionan a favor de un programa de "trabajadores invitados" demuestran no tener el más remoto interés en lo que ha estado sucediendo bajo los programas de trabajador invitado en Europa. Al parecer los hechos son irrelevantes.

También lo es la lógica. Los invitados son personas a las que invitas a tu casa. Los gorrones son personas que se cuelan sin ser invitadas. Los allanadores son personas que irrumpen en el hogar de otros, pese a que las puertas cerradas tengan como intención mantenerles fuera. Si el debate de las leyes de inmigración respetase bien la lógica o bien la honestidad, hablaríamos de un programa para legalizar a los allanadores en lugar de un programa de trabajador invitado.

En cuanto a los hechos, los trabajadores invitados procedentes de países del Tercer Mundo han creado centros del crimen y la violencia en Europa, y algunas de sus comunidades se han convertido en campo abonado para la cría de terroristas. Del mismo modo que el crimen y la violencia en el centro de las ciudades norteamericanas no sólo ha llevado a "la huida blanca" sino también a la de las clases medias negras, hispanas y asiáticas, también en Europa gran parte de la población europea ha huido de ciudades como Ámsterdam, Rotterdam o Bruselas.

El clásico de Joel Kotkin The City hablaba sobre "el flujo de inmigrantes" que fueron "reclutados en Europa durante las carestías de mano de obra de los años 50 y 60" y que se habían convertido en "un elemento cada vez más enfurecido y en ocasiones violento en lo que habían sido durante mucho tiempo barrios notablemente pacíficos".

Otro clásico (Our culture: what's left of it, de Theodore Dalrymple) encontró un patrón similar en Francia. Mucho antes de los disturbios musulmanes de París que sorprendieron a Francia y al mundo, Dalrymple destacó cómo los inmigrantes se habían convertido en una de las principales fuentes de crimen y violencia no sólo en París, sino en otras partes de Francia. Los barrios de viviendas de protección oficial que circundan las afueras de la capital se han convertido en concentraciones de "varios millones" de inmigrantes del Tercer Mundo, una población llena de "odio hacia el otro, la sociedad 'oficial' de Francia".

No se quedan satisfechos con "las personas que despreocupadamente les arrojan las migajas de la prosperidad occidental". Lo que desean es lo que quiere la mayor parte de la gente: respeto. Eso es algo que no se les puede regalar, y menos aún el Estado del Bienestar francés. Para poder respetarse a sí mismos, los jóvenes sobre todo "necesitan verse a sí mismos como luchadores de una guerra civil, no como simples chapuzas o delincuentes". Esta visión antisocial ha sido apoyada y hasta celebrada por muchos intelectuales, del mismo modo que en Estados Unidos muchos intelectuales tanto negros como blancos han festejado la brutalidad sin sentido y la vulgaridad chabacana del rap.

Lo que podría ser especialmente relevante para la situación en los Estados Unidos es que los padres y abuelos inmigrantes de los jóvenes violentos llegaron a Francia con una visión muy diferente. Estaban contentos de estar en el país, que para la mayoría suponía una gran mejora con respecto a los lugares desde los que llegaron. "Eran mejores franceses que sus hijos o nietos", observaba Dalrymple. Nunca habrían silbado durante el himno nacional francés en un acto público, como sí hicieron sus nietos y como sucedió con el himno norteamericano en Los Ángeles. Las generaciones actuales no nacieron en los países del Tercer Mundo de los que escaparon sus padres y abuelos. Nacieron en Francia y están resentidos por no disfrutar de la misma prosperidad que los demás franceses.

Los medios y el establishment izquierdista de Francia, como los de Estados Unidos, tienden a culpar a las injusticias sociales de las diferencias en los resultados, que califican de "brechas" o "disparidades", en lugar de examinar siquiera la posibilidad de que puedan ser mero reflejo de las diferencias en los factores que conducen a tener éxito en la vida.

Una de las cosas que convierte a muchas personas en defensores tan apasionados de la amnistía para los inmigrantes ilegales procedentes de México es que muchos inmigrantes mexicanos son personas decentes y trabajadoras para los que su familia es importante. También los "trabajadores invitados" procedentes del Tercer Mundo en Europa lo eran y estaban contentos de estar allí, pero sus hijos y nietos han desarrollado actitudes muy distintas y problemáticas, con la ayuda de activistas, demagogos y medios de comunicación.

Los inmigrantes ilegales de hoy son comparados con mucha frecuencia con los inmigrantes del siglo XX procedentes de Europa. Pero su situación es mucho más parecida a la de los "trabajadores invitados" de la Europa contemporánea.

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