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Thomas Sowell

Preestreno de la nueva legislatura

Los defensores de la elección del senador Lott lo elogian como un hábil técnico político que sabe cómo hacer acuerdos y sumar votos. En otras palabras, es un político puro, libre de cualquier impureza propia de los hombres de estado.

Normalmente sería aún demasiado pronto para poder decir cómo será el alineamiento político cuando el nuevo Congreso se reúna en enero con ambas cámaras bajo control de los demócratas. Sin embargo, tanto demócratas como republicanos ya han metido la pata al elegir a sus nuevos líderes del Congreso.

Por un voto, los republicanos sacaron de su merecido anonimato al senador Trent Lott para convertirse en su nuevo asistente del líder de la minoría o "whip" cuando el Senado se constituya en enero. Ya fue el líder de los senadores republicanos cuando estaban en mayoría, pero tuvo que dimitir de ese cargo tras meter la pata hasta el cuello al decir que el país habría salido mejor parado si hubiéramos elegido al senador Strom Thurmond como presidente de Estados Unidos allá en 1948, cuando se presentó como segregacionista racial frente a la plataforma de derechos civiles de Harry Truman.

Los republicanos no tienen demasiados votos negros que perder, pero un montón de gente que no es negra encontró desagradables las declaraciones del senador Lott, por no decir vomitivas. Tampoco es el único tema en el que Trent Lott ha hablado demasiado sin pensar en las consecuencias de lo que decía.

Los defensores de la elección del senador Lott lo elogian como un hábil técnico político que sabe cómo hacer acuerdos y sumar votos. En otras palabras, es un político puro, libre de cualquier impureza propia de los hombres de estado.

Lo mismo podría decirse de Nancy Pelosi, que se convertirá en enero en la nueva presidenta de la Cámara. La antigua máxima política de recompensar a los amigos y castigar a los enemigos ha dominado la elección hecha por Pelosi del congresista Jack Murtha como líder de la mayoría en la Cámara y del congresista Alcee L. Hastings como presidente del Comité de Inteligencia.

Ambas son elecciones increíblemente malas desde el punto de vista de los intereses del país o incluso del Partido Demócrata. Su principal cualificación ha sido que sus rivales para ambos puestos eran personas hacia las que Nancy Pelosi había sido hostil en el pasado. Y pese a las palabras vacías de Pelosi sobre convertir a ésta Cámara de Representantes en la más ética de la historia, ha escogido a dos personas para cargos de dirección que tienen pasados que podrían llamarse oscuros en el mejor de los casos.

El congresista Jack Murtha fue un co-conspirador al que finalmente no inculparon por el escándalo Abscam; un hecho que sin duda habría sido rescatado del pasado y repetido una y otra vez en los medios. Afortunadamente para la futura presidenta Pelosi, sus compañeros demócratas votaron en contra de la nominación de Jack Murtha por una mayoría aplastante.

Pero peor aún fue la decisión de proponer al congresista Alcee L. Hastings como presidente del Comité de Inteligencia. Sólo ha habido trece jueces federales degradados en toda la historia de Estados Unidos y apenas siete que hayan sido expulsados de la judicatura; él ha sido uno de ellos. La acusación fue aceptar sobornos y, aunque no fue procesado en un juicio criminal, sus compañeros demócratas de la Cámara de Representantes lo degradaron y el Senado, también controlado por los demócratas, lo expulsó del cargo.

En otras palabras, dejarlo en un tribunal federal se consideró un riesgo demasiado grande, ya fueran las pruebas circunstanciales en su contra suficientes para el jurado o no. Pero ahora la futura presidenta Pelosi aparentemente no cree que sea un riesgo demasiado grande poner al congresista Hastings a cargo de los secretos de la nación. Las redes internacionales de terroristas sin duda podrían ofrecer sobornos mucho mayores por semejante información de los que podría obtener un juez federal de distrito, y las consecuencias podrían ser infinitamente peores.

Nancy Pelosi, sin embargo, parece ser incapaz de mirar más allá de las pequeñas rencillas, y por eso está empleando su recién adquirido poder para demostrar a la congresista Jane Harman quién manda, puesto que Harman obtendría esa presidencia de manera ordinaria por razones de veteranía. Además, el congresista Hastings es negro, y cualquiera que se oponga a alguien negro se arriesga a ser acusado de "racista". De nuevo, el politiqueo triunfa sobre el sentido de estado.

Cuando tanto Corea del Norte como Irán están avanzando en su camino para convertirse en potencias nucleares mientras Naciones Unidas se limita a hablar, éste es verdaderamente un momento de problemas cruciales y "líderes" de poca monta.

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