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Toñi Santiago

Por ti Silvia, jamás podrán callarme

No voy a desfallecer, voy a seguir defendiendo la memoria, la dignidad y la justicia que le corresponde a mi pequeña.

Nació el 8 de noviembre de 1995. Después de nueve meses de sentirla dentro de mí, pudimos verle la carita a nuestra princesa SILVIA. Llegó con tantas ganas a este mundo que ni a su padre le dio tiempo a verla nacer. Nuestra alegría era inmensa, habíamos formado una pequeña familia y Silvia llegó para culminar ese deseo. Nuestra pequeña se crió en el seno de una familia que trató de trasmitirle amor, que se sintiera feliz e intentamos inculcarle unos valores que le sirvieran para ser una persona de bien.

Todo transcurría de modo normal, hasta que el 4 de agosto de 2002 todo se convirtió en dolor, angustia y una tristeza inmensa que nos acompaña desde aquel maldito día. Nunca pudimos imaginar que nuestra pequeña princesa se iba a convertir en un precioso Ángel. Unos miserables asesinos decidieron arrebatarle su corta vida, su sonrisa, sus ganas de vivir y ser una niña feliz.

Sentimos con tristeza, mucha tristeza, su ausencia, sus besos, su caricias, sus bailes, todo el amor que nuestra pequeña transmitía a nuestro núcleo familiar.

Acabaron con su vida de una manera cobarde, a traición, sin darle la oportunidad de escapar de aquella trampa mortal en la que se convirtió nuestro hogar.

Desde aquel fatídico día nuestra lucha por defender su memoria, su dignidad y pedir una Justicia verdadera se ha convertido en una prioridad en nuestra vida. A nuestro calvario por su pérdida tenemos que añadir otro dolor aparte, un dolor que nos proporcionan nuestros diferentes gobiernos y contra el que tenemos que protegernos todos los días desde que Silvia falta.

Quieren mercadear con la sangre que derramó aquella tarde nuestra hija, quieren que sea moneda de cambio en un proceso de traición hacia las víctimas del terrorismo. Mi desprecio hacía sus asesinos es el mismo que siento por los que se han manchado las manos con su sangre. Es el mismo desprecio hacia todos aquellos seres que premian a estos malditos asesinos después de sus crueles crímenes y que intentar silenciar la voz de todos los que luchamos porque estas víctimas no caigan jamás en el olvido.

Señores políticos no lo van a conseguir. Jamás, y digo jamás podrán silenciar la voz de una madre herida, jamás podrán callarme, su cobardía y su traición la seguiré haciendo pública siempre. Que todo el mundo sepa que utilizan nuestro dolor para su propio beneficio, humillando y despreciando a los que denunciamos sus planes macabros para ganar un puñado de votos. No señores políticos, Silvia está muy por encima de unas siglas políticas, no tienen ustedes el valor suficiente para derrotar a una panda de miserables asesinos. Yo no me bajo de este barco, no voy a desfallecer, voy a seguir defendiendo la memoria, la dignidad y la justicia que le corresponde a mi pequeña.

Silvia, por Ti y por todas las víctimas del terrorismo, en mi nombre NO.

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