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Víctor Cheretski

¿A quién benefician las últimas "concesiones" de Moscú?

El último acuerdo ruso-estadounidense de unir dentro del mismo marco de debate el escudo antimisiles y la reducción del arsenal nuclear se ve, por muchos analistas, como una concesión por parte de Moscú ante la insistencia de Washington de dotarse de un nuevo sistema de defensa. Esta conclusión tendría lógica si suponemos que el Kremlin de verdad es muy adicto al tratado ABM de 1972. ¿Y si no lo es? Además, ¿ para qué los rusos iban a oponerse tanto al proyecto americano sabiendo que es vulnerable ante el ataque masivo de sus misiles con cabezas múltiples y está diseñado unicamente contra uno o dos artefactos que pueden lanzar los llamados países “malos”?

Supongamos que el verdadero propósito de todo este regateo de los últimos meses y las amenazas kremlinianas ha sido muy distinto. Hay que recordar que Rusia no amenazó sólo con abandonar el tratado Start I, que prevé la liquidación de múltiples cabezas nucleares. Entre las advertencias de Putin figuraba también una muy significativa para los americanos: la de abandonar asimismo todos los tratados, especialmente, el de no proliferación de tecnologías balísticas y nucleares. Como se sabe, esto es lo que más teme la Casa Blanca. Entonces, ¿cúal ha sido el propósito de los rusos? Pues, el de siempre, sacar dinero del amigo yanqui, cuanto más mejor. Si quieren nuevos juguetes militares, ¡enhorabuena! Pero que nos paguen porque también somos dueños de este mundo. Así es, más o menos, la lógica rusa.

Por ejemplo, la decisión de vincular el escudo a la reducción del arsenal nuclear significa que Washington tiene que soltar cientos de millones de dólares para que Rusia pueda deshacerse de sus viejos cacharros atómicos, inútiles, peligrosos y de mantenimiento muy costoso. Según el periódico liberal ruso, “Grani”, Washington ya tiene preparado un paquete de “regalos” para su “comprensivo” socio moscovita. Primero, se informará a Rusia de todo lo que se refiere al escudo y hasta se compartirá con ella la tecnología más moderna. Segundo, Estados Unidos se comprometerá a colaborar con el sistema de previo aviso ruso sobre los posibles ataques con misiles. Un sistema que tiene bastantes brechas tras el colapso de la URSS y el cierre de varias estaciones de seguimiento en el territorio de los Estados ex-soviéticos. Tercero, Rusia recibirá una amplia ayuda no sólo para inutilizar el viejo armamento sino también para la conversión de una parte de su anticuada industria militar.

Así que Rusia tendrá su dinerillo y el presidente estadounidense podrá fardar ante sus electores de que ha podido persuadir al ex KGB, Vladimir Putin. Este último ha sido tan “buen chico” al ofrecer él mismo reconsiderar la postura anterior de su país que merece una paga extra. Además las negociaciones sólo comienzan. Seguro serán largas y difíciles: Moscú tendrá suficiente tiempo y ocasiones para sacar al contribuyente estadounidense más y más dinero. Así que Bush, que criticó tanto a Clinton por haber malgastado miles de millones en todo tipo de ayudas a Rusia, cae en la misma trampa.

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