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Víctor Cheretski

Caso Pope: ¿el regreso al pasado?

Casi nadie se pregunta si el empresario estadounidense, Edmond Pope, es culpable o inocente. Total, hacía lo que estaba permitido o tolerado en Rusia en los últimos diez años. No es ningún secreto: Moscú quería reconvertir su enorme industria militar con la ayuda extranjera y, por eso, dejaba a los “amigos americanos” que urgasen en lo que antes, en la época soviética, se consideraba “secretos militares”. Eran como médicos que venían a diagnosticar la enferma economía rusa. Y al médico, como sabemos, a veces hay que mostrarle las partes más íntimas.

Pero algo ha cambiado. Y esto es el principal motivo de preocupación que, además, genera numerosas preguntas dentro y fuera de Rusia. ¿Ha sido utilizado el caso Pope para demostrar, especialmente a los mismos rusos, que Rusia es capaz de enfrentarse a Estados Unidos? ¿O, se trata de algo más serio, por ejemplo, regresar, poco a poco, a la política de confrontación y “telón de acero”, que siempre ha servido, en primer lugar, para aislar y amordazar a su propio pueblo?

Sea como sea, ya es evidente que el presidente Putin demuestra cada día más su dureza, tanto en la política exterior como interior. Su credo es un Estado fuerte, centralizado y controlado desde arriba hasta abajo, desde la economía hasta la prensa. Un modelo conocido de sobra en la reciente historia de Rusia. El “telón” o el “muro” siempre han formado parte de este modelo, igual como los juicios contra los “enemigos” rusos y extranjeros.

Y es que el chapucero proceso judicial contra Pope huele también a pasado: a los tribunales estalinistas de los años treinta. El veredicto, al parecer, ha sido elaborado de antemano, mientras que se hacía caso omiso de los testigos y de las pruebas materiales. Y lo más curioso es que, según expertos independientes, los materiales presuntamente “robados” no contenían ningún secreto.

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