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Víctor Cheretski

Contra la "quinta columna"

Cada día surgen más dudas sobre la posibilidad de combatir el terrorismo nacional e internacional. Y eso a pesar de que las decisiones tomadas por los dirigentes de este mundo tras la tragedia del 11 de septiembre suscitaron, en su día, cierto optimismo. Parecía que los americanos y los europeos, por fin, se habían dado cuenta del enorme peligro que corre nuestra civilización, del carácter universal del terror. Nos imaginábamos que la lucha contra el mal globalizado sería unánime, que esta lucha se llevaría a cabo por encima de las ideologías e intereses políticos. Pensábamos que la opinión pública europea apoyaría la unión de los gobiernos en esta sagrada contienda contra el crimen. Y, sobre todo, que Europa dejaría de dividir hipócritamente a los terroristas en “malos” y “buenos”, tal como lo hacía durante las últimas décadas, considerando “malos” a los que actuaban en su territorio y “buenos” a los que mataban fuera del llamado mundo civilizado.

La doble moral con la que Europa trataba el tema del terror convertía a los terroristas en los países lejanos –ya fuera en Africa del Norte, Oriente Medio o Rusia– en “luchadores por la libertad” que “merecían” el apoyo moral y, en muchas ocasiones, material de los europeos. El fracaso de esta mentalidad es evidente. ¿Cómo se puede explicar que los cabecillas de los terroristas egipcios dirigieran los asesinatos de turistas extranjeros en Egipto desde las capitales del norte de Europa? ¿Cómo se puede explicar que los islamistas prepararan el crimen del 11 de septiembre en suelo de Europa? ¿Cómo se puede explicar el permiso del gobierno danés para organizar en su país una reunión del brazo checheno de Al Qaeda, instigadores del macabro secuestro de Moscú?

No obstante, debemos confesar que, a excepción de ciertos casos como el último, el 11 de septiembre ha cambiado la actitud de los gobernantes. Por lo menos, la visión sobre el terrorismo se ha hecho más globalizada. Esto se ha manifestado últimamente en el incondicional apoyo que dio al presidente Putin la mayoría de los dirigentes del mundo, entre otros el estadounidense, el británico y el español. Mientras tanto, los trágicos sucesos en Moscú han demostrado, una vez más, la existencia de la “quinta columna” ideológica del terrorismo internacional en Europa y en España. Tras la tragedia americana, casi no se oía, permenecía calladita, limitándose a echar, de vez en cuando, pestes contra Israel, el baluarte de la democracia y de la lucha antiterrorista en Oriente Medio. Ahora salió de su guarida.

Basta echar una ojeada a lo que escribían estos días los “quinta-columnistas” del imperio polanquiano para dudar de que el 11 de septiembre sirviera para algo a estos indivíduos. Un ataque frontal contra Putin en defensa de los asesinos, secuestradores y violadores chechenos que no gozan ni del mínimo apoyo de su propio pueblo y matan gracias al dinero del terrorismo internacional.

Nadie dijo que la lucha contra el mal universal sería un camino de rosas. Nadie dijo que los servicios de seguridad actuarían siempre bien, podrían proteger de forma total a la población y que no habría víctimas inocentes en este conflicto. Pero lo más importante es que la lucha siga adelante hasta acabar con este mal universal. Esperemos que seguirá en el mundo entero, incluso en Rusia y en España, y que seguirá sin hacer caso a los defensores de los terrororistas.

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