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Víctor Cheretski

Disciplina militar en Chechenia

El ministro ruso para los asuntos chechenos, Vladímir Yelaguin, declaró que en Chechenia, donde sigue la guerra, o la “operación antiterrorista” como la denomina el Kremlin, “hay muchos problemas relacionados con la disciplina de los militares y policías”. Prometió imponer orden en el “futuro más cercano”. Para los que conocen la situación en esta república caucásica es evidente que el ministro no se refería a que los militares y policías no cumplen órdenes de sus superiores. Con esto último, al parecer, no hay ningún problema. La palabra “disciplina” en la boca de Yelaguin se refiere al trato de la población chechena por parte de los uniformados.

Se conocen de sobra los desmanes a los que están sometidos los chechenos civiles y los múltiples casos de violación de los derechos humanos. Según numerosos testigos, poca cosa ha cambiado en los últimos tiempo: continúan las detenciones arbitrarias. Cualquier sospechoso de haber participado en la guerrilla puede ser detenido y pasar muchos meses en la cárcel sin ningún tipo de juicio. En los centros de detención se practican torturas y hasta asesinatos. Las historias con varias fosas comunes encontradas en Chechenia, por ejemplo en Jankalá, cerca de la capital, Grozni, nunca han sido investigadas a fondo. En la república hay más de 10.000 desaparecidos. Muchos de ellos “se perdieron” tras ser detenidos por los rusos.

Los registros de viviendas de los chechenos en las zonas rurales se practican a menudo. Los soldados y policías entran en las casas bajo el pretexto de controlar los papeles. Se quedan con la comida, cosas de valor y dinero, especialmente si encuentran alguna irregularidad en los papeles. Obligan también a los campesinos, hombres y mujeres, a mostrar los hombros para ver si tienen cardenales que producen, al disparar, los “kalashnikov”.

El sitio preferido por los militares para realizar registros son los mercados. Nadie les prohibe “confiscar” víveres y bebidas alcohólicas. Otro sitio son las carreteras y caminos donde los rusos establecieron un riguroso control. Viajar cuesta mucho dinero a los chechenos porque en cualquier puesto de control deben pagar independientemente de si llevan o no sus papeles en orden. Se trata de un cierto “impuesto” por moverse por las carreteras. El precio depende de la categoría del coche. Si es de marca extranjera y está en buen estado, su conductor tiene que pagar tres veces más que su colega que viaja en un coche viejo de fabricación rusa. Los días festivos y las fiestas musulmanes cuando hay más desplazamientos por la carretera, las tarifas suben de forma considerable. Y si uno se niega a pagar, tiene que esperar 5 ó 10 horas mientras “se investiga su identidad”.

Las autoridades chechenas pro-rusas se han quejado en muchas ocasiones ante los máximos dirigentes de Moscú de esta “escasa disciplina” de los militares rusos. Ahora, el ministro Yelaguin confiesa lo mismo y promete imponer orden. Más vale tarde que nunca, dirán algunos. Triste consuelo para los que han sufrido desmanes por parte de los rusos a lo largo de casi dos años que dura esta última guerra.

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