La Fiscalía General rusa ha organizado estos días una reunión extraordinaria para tratar de la corrupción en el país. Ante los reunidos –altos cargos de la Fiscalía, del FSB (antiguo KGB), del ministerio del Interior y de la Justicia– intervino el fiscal general, Vladímir Ustínov. En un patético discurso que duró varias horas, Ustínov calificó la corrupción como el “peor mal” del país y expuso datos poco optimistas sobre el asunto.“La corrupción hunde nuestra sociedad y frena nuestro desarrollo”, dijo el fiscal. El daño directo anual de esta plaga es de 15.000 millones de dólares. Unos 25.000 millones son desviados ilegalmente cada año al extranjero. Unas 40.000 empresas, entre ellas 1.500 públicas, están “controladas” por las mafias, igual que un tercio de las instituciones bancarias.Para luchar contra este mal, el fiscal propuso “centrar los esfuerzos de todos los órganos competentes en los delitos relacionados con la corrupción y el blanqueo de dinero”. El objeto de principal atención deben ser las empresas petroleras, de gas, de piedras preciosas y otras que operan con materias primas y obtienen grandes beneficios.El dinero sacado ilegalmente del país se encuentra depositado en los bancos extranjeros o está invertido en la economía de ciertos paraísos fiscales, según Ustínov. Se trata, en primer lugar, de Chipre, donde se blanquean, cada años, unos 12.000 millones de dólares procedentes de Rusia. Entre otros países donde se blanquea el dinero ruso figuran Suiza, Austria, Liechtenstein, Alemania, Letonia y algunos emiratos del golfo Pérsico.Entre los principales corruptos Ustínov nombró al magnate de medios de comunicación ruso-israelí, Vladímir Gusinski, cuya extradición se decide actualmente en España. La fiscalía rusa le acusa de haber desviado al exterior 200 millones de dólares prestados a la empresa pública “Gazprom”. “La lucha contra Gusinski es la lucha contra la corrupción”, señaló Ustínov. “Sus alegaciones sobre el carácter político de su caso no tienen fundamento”, añadió.En cuanto al antiguo intendente del Kremlin, Pavel Borodin, acusado de corrupción y detenido en Estados Unidos a petición de la fiscalía suiza, Ustínov dijo que la misma Rusia podría juzgarlo aunque los suizos “no le han proporcionado hasta el momento nada sustancial” sobre el caso. El apoyo de que goza el actual fiscal general en el Kremlin, la presencia masiva en la reunión de los responsables de la lucha anticorrupción, las medidas que se toman actualmente para ampliar esta lucha; todo hace pensar que Rusia va en serio en el deseo de curarse de su grave enfermedad.No obstante, algunos responsables se muestran poco optimistas ante las perspectivas de esta lucha. El periódico moscovita “Strana”, generalmente muy bien informado, publica la palabras de un alto representante de las fuerzas de seguridad que participó en la reunión con Ustínov. Declaró, bajo anonimato, que, a pesar de todos los esfuerzos, no se perfilan los resultados concretos de la lucha contra la corrupción. El secreto del fracaso, aseguró el entrevistado, radica en los lazos que mantienen la mafia y los funcionarios corruptos, a veces de muy alto nivel, con las fuerzas destinadas a luchar contra ellos. La tercera parte de todos los procesados el año pasado por la corrupción fueron los mismos policías.Se necesita, primero, una “limpieza general” de todos los organismos de seguridad, señaló.En la foto: el fiscal general, Vladímir Ustínov, durante la reunión.