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Víctor Cheretski

El optimismo moderado

La reciente y rápida retirada de los talibanes del norte de Afganistán y de la misma capital de Kabul ha sido recibida con optimismo en el mundo. Y hay razones para este optimismo. Total, presenciamos la derrota de uno de los regímenes más perversos de esta planeta. Pero, al saludar estos acontecimientos debemos ver muy claro que todavía estamos al principio y no al final de la operación antiterrorista.

Primero. Los talibanes se han retirado prácticamente sin luchar. Sus cabecillas siguen controlando el grueso de las milicias armadas. Al parecer, el propósito es conservar las fuerzas para actuar posteriormente de forma muy tradicional para Afganistán, o sea, empezar una larga y sangrienta guerra de guerrilla. El mismo “mulá” Omar ha declarado en muchas ocasiones que para él la guerra sólo empezará cuando las tropas estadounidenses y de sus aliados entren en Afganistán.

Un general ruso, veterano de la guerra afgana, declaró recientemente que “es bastante fácil entrar en Afganistán, pero es muy difícil salir de allí de forma más o menos digna”. Y es que de sobra se conoce lo que es la guerra de guerrillas. Basta leer la historia de las tres guerras de los ingleses y de una de los soviéticos. La táctica afgana es muy sencilla: disparar al enemigo por la espalda cuando menos se espera el ataque.

Segundo. Ni un responsable terrorista relacionado con los atentados del 11 de septiembre no ha sido capturado hasta el momento en el suelo afgano. Y más. No se sabe ni donde están, ni si tienen planes de cometer nuevos crímenes. Esto último provoca un estado de inseguridad en el mundo. Mientras tanto, el principal propósito de esta operación es desarticular la banda criminal de Al Qaeda. Son sus miembros quienes representan el máximo peligro para la civilización mundial y son ellos quienes deben seguir siendo el objetivo de la operación.

Tercero. Corren los rumores de que el terrorista número uno, Osama Ben Laden, no espera a que le hagan prisionero y se ha desplazado a otro país, algún otro “paraíso terrorista” que existe en el mundo igual que “paraísos fiscales”. No importa si es Yemen, Somalia o la Conchinchina. Lo que importa es que, con los medios que tiene, puede empezar de nuevo a crear campamentos de entrenamiento de muyahidín.

Cuatro. No se conocen los planes concretos de los miembros de la llamada Alianza del Norte. Pero se sabe que muchos miembros de esta alianza se oponen al plan estadounidense-paquistaní de formar un gobierno con la participación de los llamados “talibanes moderados” y con el anciano rey como jefe del Estado. Es de recordar que muchos nordistas se oponen también a la operación terrestre de Estados Unidos y no se puede pronosticar su actitud cuando empiece la operación.

Quinto. Tampoco sabemos cuándo empezará esta tan esperada operación que permita coger a los terroristas. Esperemos que sea pronto, a pesar del máximo riesgo que supone para la vida de sus participantes.

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