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Víctor Cheretski

El totalitarismo triunfante

Lukashenko ha ganado en Bielorrusia. No había dudas sobre su inminente victoria. La OSCE, haciendo el ridículo, declara ahora que las “elecciones no fueron democráticas, ni libres”. ¡Qué descubrimiento! ¿Acaso en un país donde no hay democracia, ni libertad, puede haber elecciones libres?

Al mismo tiempo, casi todos los observadores coinciden en que durante la votación no hubo serias violaciones de las normas electorales. El pueblo votó masivamente a Lukashenko. Y la conclusión es que el presidente ha conseguido “lavar bien el cerebro” a los bielorrusos para que no vean ninguna alternativa a su régimen totalitario.

De acuerdo. Pero, hay que saber una realidad: el pueblo bielorruso no es una tribu atrasada y analfabeta fácil de manejar. Es un pueblo europeo, culto, educado, con unos intelectuales con preparación académica bastante alta. Los bielorrusos no son unos muertos de hambre como la mayoría de sus vecinos de la Europa del Este, no emigran a Occidente en busca de trabajo. Vienen a España de turistas de lujo, poseen en la costa bastantes inmuebles.

Y es que Lukashenko “lava los cerebros” de sus ciudadanos desde posiciones bastante fuertes que le permiten justificar su negativa a proceder a las reformas económicas y a la apertura política. La fuerza de su postura consiste en que los bielorrusos conocen de sobra cómo han terminado las llamadas “reformas democráticas” en las vecinas naciones eslavas de Rusia y Ucrania.

Conocen las consecuencias: el régimen comunista transformado en un estado criminal y mafioso –igual de totalitario–, la miseria, el hambre, la disminución drástica de la esperanza de vida, el paro y el sida. Y todos estos sacrificios para nada, porque el mismo “gran hermano”, el presidente ruso, Vladímir Putin, reconsidera ahora todas las reformas y sólo mira hacia el pasado, hablando de la experiencia positiva de Bielorrusia. Por cierto, ha sido el primero en felicitar al triunfador en calidad de su fiel aliado y amigo personal.

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