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Víctor Cheretski

El último baluarte de la Guerra Fría

El centro de espionaje de Lourdes siempre ha tenido más importancia ideológica y moral que práctica. Los rusos chantajeaban con su presencia en las narices estadounidenses y con su capacidad de intervenir hasta las conversaciones de amas de casa en cualquier Estado, por más lejano que fuera.

Mientras tanto, los “halcones” en el Congreso pedían más dinero para la defensa, ya que la “amenaza rusa” estaba muy cerca. Y siempre ha habido una tercera parte en este asunto. Al “amigo” Fidel, el centro ubicado en su isla le proporcionaba la ilusión de participar en la gran política mundial.

Con el tiempo y el desarrollo de los sistemas de espionaje cósmico, Lourdes ha perdido, año tras año, su importancia como centro de inteligencia. Se ha convertido en un símbolo del pasado. Ha sobrevivido la caída del muro de Berlín, el colapso del comunismo mundial y de la Unión Soviética. Es el último baluarte de la Guerra Fría. Y también sirve al régimen castrista para recordar sus “mejores” tiempos.

Pero, al parecer, lo que no verá nunca este baluarte es la caída del comunismo en Cuba. Y no porque éste último sea eterno, sino porque el centro será desmontado muy pronto. Y no se trata sólo de complacer a Bush y sacarle algunas concesiones. Siempre es más prudente retirarse a tiempo de un sitio donde se esperan unos cambios históricos inevitables.