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Víctor Cheretski

Fin de un mafioso kremliniano

La fiscalía general rusa detuvo a finales de diciembre a Viacheslav Amínov, consejero personal del jefe de la Administración Presidencial, una especie del gobierno paralelo en Rusia. El pretexto para esta detención fue la denuncia del presidente del FSB (antiguo KGB), Nikolay Pátrushev. Este último acusó a Amínov de pretender sobornar a los altos dirigentes de los servicios secretos de Rusia. El consejero del Kremlin entregó a uno de los ayudantes de Pátrushev 50.000 dólares en su intento de introducir en la cúpula del FSB a un hombre de su confianza.

No obstante, cualquier ruso sabe que la detención de Amínov marca un nuevo ataque del presidente ruso, Vladímir Putin, contra la llamada “familia de Yeltsin”, un poderoso clan político-económico, compuesto tanto por los familiares del antiguo mandatario como por sus máximos colaboradores. A pesar de estar apartado del poder desde hace dos años, este grupo intenta influir en la política del país para conservar su inmensa riqueza, procedente de la corrupción y del robo más descarado de los fondos del Estado.

En la jerarquía de la “familia”, Amínov ocupa un puesto de máxima responsabilidad. Es el primer lugarteniente y hombre de máxima confianza del empresario mafioso judío-ruso Borís Bierezovski, considerado el “Rasputin de Yeltsin” quien ejerció el poder de facto durante varios años en Rusia, sirviéndose de la impotencia mental del senil y alcoholizado mandatario. Hoy en día, Bierezovski, acusado de corrupción por la fiscalía rusa, se esconde en Gran Bretaña, desde donde, según varias fuentes, dirige el imperio financiero de la “familia”, cuyos activos superan los 7.000 millones de dólares.

Mientras tanto, entre las tareas de Amínov figuraba la recogida de todo tipo de material morboso, con el evidente propósito de chantajear a los miembros del gobierno, —enemigos de Bierezovski—, y provocar escándalos políticos. Así, disponía de varias agencias de detectives privados y de una red de prostitución de alto nivel. Hace cuatro años Bierezovski pudo deshacerse, con la ayuda de su fiel lugarteniente del molesto fiscal general, Yuri Skurátov, quien amenazaba sus intereses económicos. Amínov consiguió una grabación de video en la que aparecía un hombre parecido al fiscal en compañía de dos prostitutas. Aunque los hechos nunca fueron verificados, el fiscal, hombre honesto y amigo personal de Carla del Ponte, tuvo que abandonar su cargo. Los expedientes abiertos contra las personas, próximas a la “familia”, fueron inmediatamente cerrados.

Durante el arresto y el registro de la vivienda moscovita de Amínov, los agentes del FSB encontraron un enorme archivo de grabaciones de audio y video relacionadas con la vida privada de los principales políticos del país. Los agentes embargaron también las obras de arte que pertenecían al consejero-chantajista, valoradas en seis millones de dólares. Hasta entonces, Amínov pertenecía a los “intocables” del clan yeltsinista; tanto era así que la fiscalía no se atrevía a exigirle la devolución de un millón de dólares que robó en 1996 de un fondo internacional destinado a las privatizaciones en Rusia.

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