El polémico multimillonario ruso-israelí, Vladímir Gusinski, atrincherado en su lujosa mansión de Sotogrande, Cádiz, de nuevo atrae la atención de la opinión pública rusa e internacional.
Para unos, el dueño del “MediaMost” es un defensor de la libertad de expresión que sigue luchando por sus ideales. Para otros, este antiguo vendedor de entradas teatrales es el “chorizo” más descarado del régimen corrupto y perverso del antiguo presidente ruso, Boris Yeltsin, que intenta ahora manipular a la opinión pública con sus medios, precisamente, para conservar su enorme fortuna.
El segundo protagonista de esta historia es el no menos polémico presidente, Vladímir Putin. ¿Qué pretende con los ataques contra Gusinski? ¿Quitar la influencia política y económica, a éste y a otros “oligarcas”, de la que gozaban en los tiempos de Yeltsin? Influencia que les permitía hurgar en los fondos públicos como en su propio bolsillo.…
¿O, simplemente, Putin pretende amordazar la prensa de Gusinski, muy crítica con el actual régimen de Rusia, sobre todo, por su guerra en Chechenia?
Lo más curioso es que todas estas opiniones contradictorias tienen razón de ser. Porque el personaje de Gusinski, delante del que un Mario Conde español aparece como un humilde aprendiz, es, al mismo tiempo, un baluarte de la prensa independiente rusa. Un ejemplo más del caos en que vive este país…
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