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Víctor Cheretski

La advertencia rusa

Se especula últimamente sobre la posible mediación rusa en el conflicto yugoslavo. El presidente ruso, Vladimir Putin, en su constante preocupación por su propio prestigio internacional, ha invitado a Milosevic y a Kostunica a viajar a Moscú. El primero ha rechazado esta opción, mientras que el segundo, al parecer, la aprueba, aunque la ve “poco concreta para transformarse en una realidad”. Todo indica que lo único en que coinciden los dos políticos serbios es en la poca perspectiva de encontrar alguna solución con la mediación rusa.

Por otra parte, recordaremos que se ha exagerado bastante sobre los lazos históricos y la influencia rusa en Serbia. Por lo menos en los últimos 50 años, las relaciones entre los dos países han sido bastante frías. El antiguo presidente ruso, Boris Yeltsin, al que le gustaba jugar con el nacionalismo y el paneslavismo, intentó presentar a Serbia como su aliado histórico, pero sus declaraciones nunca se han cumplimentado con los hechos. Los serbios se vieron engañados por esta política rusa, especialmente, durante el último conflicto de Kosovo. Muchos analistas coinciden en que a los rusos, hundidos en sus propios problemas, les da igual el futuro de Serbia, cuyo pueblo a penas conocen.

Pero lo que sí les preocupa a los rusos es, al parecer, el aumento de la influencia de Occidente en Europa Oriental y en los Balcanes. Milosevic es para ellos el último baluarte que se resiste a esta influencia. Con su caída no habrá más fuerzas antiamericanas, ni antioccidentales en esta región del mundo. De ahí procede la rabiosa declaración que acaba de publicar el parlamento ruso. En el documento, aprobado por unaminidad, se advierte contra cualquier presión sobre el régimen de Milosevic y se consideran legítimos los resultados de las recientes elecciones. La Duma ha hablado. Sólo es una advertencia, pero ahí queda.

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