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Víctor Cheretski

Parece que Putin va en serio

Detrás de la historia con el polémico oligarca Vladímir Gusinski se observan ciertos movimientos o cambios en Rusia. Por supuesto, no se trata de un primitivo arreglo de cuentas por las críticas que se permiten los medios de Gusinski. No son los únicos, ni los más duros, a la hora de atacar al Kremlin. El presidente Putin, al parecer, está revisando el sistema político formado en los tiempos de su antecesor, el alcoholizado y enfermo Yeltsin.

Este sistema permitía a los llamados oligarcas, o barones financieros e industriales, enriquecerse a costa de los fondos públicos. A cambio, tenían que pagar comisiones a políticos corruptos y soltar, a la hora de la verdad, sus millones para apoyar al régimen. El conglomerado de políticos y empresarios dudosos se llamaba la “familia” de Yeltsin. Un nombre casi oficial a pesar de que suena bastante a las mafias italo-americanas. Gusinski fue uno de esta familia.

Actualmente, la fiscalía rusa, controlada al cien por cien por el Kremlin, persigue a los oligarcas. Los más listos de ellos, con el rabo entre las piernas y la lengua fuera para lamer ciertas partes del dueño del Kremlin, intentan conservar sus posiciones, aunque todavía sin éxitos.

Así que algo se mueve en la estepa rusa. A pesar de que no está todavía muy claro si Putin pretende liquidar todo este sistema corrupto o, simplemente, cambiar a los figurantes y formar su propia “familia”.

Y esta última incógnita nos interesa mucho más que el destino personal del antiguo feriante y taxista, enriquecido gracias a las muy sospechosas “ingenierías financieras”. Ahora intenta presentarse como un perseguido político. Un truco muy viejo que conocemos también por los casos de Ruiz Mateos y de Mario Conde, todos destacados miembros de una gran familia internacional... la de los “chorizos”.

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