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Víctor Cheretski

Psiquiatra bolchevique y democracia putiniense

El nombre de la doctora Tamara Pávlovna Pechérnikova significa, para los antiguos disidentes y presos políticos rusos, lo mismo que el nombre del médico de Auschwitz, doctor Josef Mengele, para los judíos. Son los símbolos de la utilización de la medicina por los regímenes criminales con propósitos macabros. Pero hay una gran diferencia entre estos dos personajes. Mengele desapareció en la selva latinoamericana tras el fin del Tercer Reich, perseguido por la comunidad internacional. Mientras tanto, Pechérnikova, a pesar de su avanzada edad, sigue al pie del cañón: presta sus servicios al régimen del presidente Putin igual que lo hacía en los tiempos bolcheviques.

Ocupa un alto cargo en el centro moscovita de estudios psiquiátricos “Serbski”, especializado en el tratamiento de las personas que violan la ley. En los años 60-70, este centro, controlado por el KGB, fue utilizado por el régimen para internar y amordazar a los disidentes políticos. Personas completamente sanas fueron diagnosticadas por Pechérnikova como “esquizofrénicas que representan un peligro para la sociedad y necesitan un tratamiento indefinido en un centro psiquiátrico especializado”. Entre los antiguos “pacientes” del centro “Serbski” figura la periodista y poeta, Natalia Gorbanévskaya, arrestada por haber participado en las protestas contra la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968. Pasó dos años y dos meses en un manicomio, donde fue “tratada” con “galoperidol”, un sedante considerado como la “medicina de la tortura”.

Otro “paciente” de la doctora fue el famoso disidente y escritor Alexánder Guínsburg. Pechérnikova le suministraba, por la fuerza, sedantes durante el juicio. El procesado, joven y activo, aparecía en la sala del tribunal completamente ido, como un viejo despistado. Uno de los más brillantes intelectuales del país no podía ni contestar a las preguntas más sencillas de los jueces. A menudo se desmayaba. El año 1976, Pechérnikova declaró “esquizofrénico” a Viacheslav Igrunov, hoy en día conocido diputado liberal de la Duma, cámara baja del parlamento ruso. Total, por las manos de la “Mengele rusa” pasaron centenares de disidentes, muchos de los cuales no soportaron el “tratamiento” y murieron en estos manicomios “especiales”.

Ahora, en Rusia ya no se recurre a las mismas prácticas en la lucha contra la oposición –los tiempos han cambiado–. Pero la doctora Pechérnikova sigue siendo muy útil para el Kremlin. Actualmente figura como “experta” en el juicio contra el coronel Yuri Budánov. El militar asesinó a una joven chechena de 18 años y el Gobierno, presionado por la opinión pública, sobre todo internacional, se vio obligado a procesarle. El juicio ya dura más de dos años. Para justificar al acusado, el poder sacó a la “vieja guardia” del totalitarismo: la doctora elaboró el veredicto. Resulta que el coronel sufrió una enfermedad psíquica “extraña”. A la hora de matar era “inconsciente”, o sea, que estaba “enfermo”. Por eso, según Pechérnikova, no puede ser castigado por su crimen.

No hay duda de que, pronto, Budánov recuperará su libertad. ¡Y todo gracias a la psiquiatra bolchevique al servicio, hoy en día, de la democracia putiniense!

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