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Víctor Cheretski

Pu y Bu salieron del rendez-vous

Sin pena ni gloria, entre elogios mutuos, bromas, sonrisas, charlas amistosas en inglés y español, terminó el primer encuentro entre Bush y Putin y sus respectivas comitivas. Así estaba previsto: eludir a toda costa las polémicas serias. Sólo unos escribanos ingenuos predecían que de este encuentro saldría el “futuro de la humanidad”.

El propósito desde el principio era conocerse. Bush, tras varias meteduras de pata al principio de su mandato, quería demostrar, especialmente a su propio país y a los europeos, su disponibilidad a protagonizar el diálogo con Moscú. Putin, por su parte, deseaba ver que su colega estadounidense ya no considera a Rusia como a un país cualquiera. ¿Para qué iban a discutir o reñir los dos mandatarios y así quitarles las ilusiones a los electores?, se pregunta el comentarista del diario ultra-liberal ruso, “Grani”, Ilia Milshtein, bastante pesimista con las perspectivas de las relaciones ruso-estadounidenses. Las contradicciones entre las dos potencias son, por el momento, insuperables. Y por mucho que se sonrían los mandatarios, la realidad es que Estados Unidos tiene planes de construir un paraguas antimisiles y la OTAN ampliarse, mientras que Rusia aumenta su venta de tecnología militar a los países potencialmente peligrosos, prepara la creación de nuevos bloques militares en Asia y se propone frenar la eliminación de su arsenal nuclear.

Por otra parte, no sorprende el “ambiente constructivo” del encuentro. Total, se trata de dos hombres bastante parecidos. Según el director del moscovita Centro de Estudios Políticos, Serguey Márkov, los dos son conservadores y en muchas ocasiones comparten los mismos valores. Así, el líder ruso manda a sus generales a arrasar Chechenia con la misma lógica con la que su colega tejano firma condenas de muerte: “intereses nacionales”, “ley”, “responsabilidad ciudadana”, “deber” y “voluntad del pueblo”.

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