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Víctor Cheretski

Rusia, ¿con Estados Unidos o con Europa?

Las acusaciones mutuas de violar los acuerdos respecto a la venta de armas a Irán o la defensa antimisiles; el intercambio de reproches sobre la violación de derechos humanos en Chechenia o en Irak y Serbia, bombardeados “injustificadamente” y, por fin, la “crisis de los espías”. Todo esto, expresado en un tono hostil, marca las actuales relaciones entre Estados Unidos y Rusia. En este ambiente de tensión, parecen poco tranquilizadoras las declaraciones de sus líderes de que no se trata de una nueva “guerra fría” y de que las dos partes están dispuestas a colaborar.

¿Qué hay detrás de todo esto? Porque el reciente incidente de los espías, por ejemplo, es un caso rutinario en las relaciones entre las dos potencias. No puede servir de pretexto para el empeoramiento de las mismas. Al contrario, es su consecuencia. Al parecer, Estados Unidos tiene cosas más importantes que reprocharle a Rusia. Según varios observadores, Washington está seriamente preocupado por el empeño del presidente ruso, Vladímir Putin, de restaurar el poderío ruso y su presencia en el mundo. El inquilino del Kremlin, al parecer, no está dispuesto a conformarse con el reducido papel internacional que ha desempeñado su país en el último decenio, tras el colapso de la Unión Soviética.

Es de recordar que Rusia ha perdido sus posiciones no sólo en África, Oriente Medio y en Europa del Este. Hoy en día, hasta varias regiones del antiguo imperio soviético se muestran hostiles a Rusia y se declaran abiertamente “aliados” de Estados Unidos. Por ejemplo, el presidente de Georgia, antiguo miembro del Buró Político del Partido Comunista y ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Eduard Shevarnadze, manifiesta su deseo de entrar en la Alianza Atlántica. Mientras tanto, Washington proclamó el Cáucaso, feudo ruso desde el siglo XVIII, “zona de sus intereses vitales”.

¿Cómo va a responder Rusia al desafío estadounidense? Al parecer, por el momento, no está dispuesta a volver a la política de confrontación ni de “guerra fría”. Por lo menos así lo asegura uno de los principales consejeros políticos del Kremlin, Gleb Pavlovski. En una “mesa redonda” celebrada recientemente en la capital rusa, este politólogo señaló que Rusia acaba de salir de un “período de transición” durante el cual sus decisiones “a veces estaban dictadas por motivos oportunistas”. De ahí su falta de firmeza frente a la postura estadounidense en la época anterior.

Según Pavlovski, Rusia, de aquí en adelante, no se dejará atraer por los juegos de la “guerra fría”. Moscú hará caso omiso a las “cowboyadas” de la presidencia, estadounidense que sufre “complejos de adolescente”.

Y más. El Kremlin no prestará atención a las protestas y ataques verbales estadounidenses, especialmente, porque va a “reorientar” su política exterior hacia Europa. “El presidente Putin está llamando a las puertas de Europa. Se trata de una nueva línea política de nuestro país”, dijo. Otro participante en la “mesa redonda”, el sociólogo Alexánder Oslon, declaró que la “reorientación europea” será bien recibida y apoyada por la población. Según los sondeos, el 51 por ciento de los rusos prefieren tener amistad con los europeos y sólo el 11 por ciento con los estadounidenses. El 59 por ciento considera que Rusia debería ser miembro de la Unión Europea.

El representante del “Fondo Gorbachov”, Boris Slavin, declaró, por su parte, que el “modelo liberal estadounidense” ha fracasado en Rusia y que el único camino es la experiencia social-demócrata europea. Otro conocido politólogo ruso muy próximo al Kremlin, Serguey Markov, dijo que tarde o temprano Rusia será miembro de la Unión Europea, pero antes tiene que desarrollar todo tipo de relaciones con sus vecinos, “integrar su economía” en la europea y pasar del régimen presidencialista, “mal copiado de Estados Unidos”, a la democracia parlamentaria europea.

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