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Víctor Cheretski

Sigue la tragedia humana

Han pasado casi ocho meses desde que los dos empresarios españoles, Antonio Tremiño y Francisco Rodríguez, fueron secuestrados en Georgia. Meses de verdadera tragedia para los secuestrados y sus familias y también de impotencia demostrada por las autoridades georgianas. Pero quizá, lo peor de todo, es que han sido también largos meses de las más cínicas mentiras alrededor del caso. Y el colmo es que los medios españoles reproducían estas mentiras sin ningún comentario dándoles la credibilidad ante la opinión pública.

Hay que recordar que tras el secuestro, las autoridades georgianas declararon que están en negociaciones con los secuestradores para la inmediata liberación de los españoles. Semanas después, fue el presidente de la república, Eduard Shevardnadze, quien dijo que mantiene el asunto bajo su control personal. Luego aparecieron las declaraciones alentadoras de unos responsables policiales sobre la inminente resolución del caso.

Los georgianos no se limitaban a mandarnos mensajes optimistas sino que aludían a un “tercer país”, supuestamente Rusia, que intentaba entorpecer las gestiones. Por supuesto, nunca explicaron por qué Moscú lo hacía. Sea como sea, los hombres de Shevardnadze siempre buscaban a algún “malo de la película” que les molestaba. Terminaron por decir que son los mismos familiares de los empresarios quienes estropeaban todas las investigaciones policiales ofreciendo dinero a los bandidos. Una acusación que fue desmentida por las familias.

La última “maniobra” presentada ante el público español y destinada a demostrar que algo se hace para resolver el caso ha sido la historia de que unas bandas paramilitares checheno-georgianas acordaron buscar a los secuestrados. ¿Acaso se habrán convertido en ONG humanitarias? Total, hasta ahora y a pesar de todas las declaraciones, no sabemos dónde están los secuestrados ni quién los detiene, ni siquiera si están vivos. A los que seguimos la realidad de Georgia no nos extraña esta situación. La verdad es que el gobierno georgiano no controla el país, en manos de clanes criminales y bandas mafiosas. Al parecer, Shevardnadze se encuentra muy cómodo compartiendo el poder con estos elementos. El régimen, uno de los más corruptos y perversos del mundo, no tiene ni voluntad política para los cambios. Ni los necesita: la tercera parte de la población ya ha huido a Rusia, pronto no quedará nadie, sólo el gobierno y los bandidos.

Mientras tanto, los familiares han pedido al ministro de Exteriores, Josep Piqué, que intervenga personalmente en el asunto. De nuestra parte, por mucho que apreciemos las facultades diplomáticas del ministro, aseguramos que no podrá ayudar en nada. A no ser que se presente en Georgia con “kaláshnikov”, para liberarles por la fuerza, o con un maletín lleno de billetes, para pagar el rescate. No hay “tercera vía” porque no hay con quien dialogar ni desarrollar ningún otra labor diplomática. Lo que sí que podría hacer el ministro es divulgar una información adecuada sobre la situación en Georgia o en cualquier otro país inestable y advertir a los ciudadanos españoles, sean turistas o empresarios, para que no viajen a sitios donde les esperan graves problemas. El Departamento del Estado de EEUU lo hace a menudo.

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