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Víctor Cheretski

Tayikistán, otro sultanato postpbolchevique

Tras el colapso de la Unión Soviética en Asia Central se formaron unos Estados autoritarios que mezclan la herencia bolchevique con la tradición despótica oriental. En el marco de esta mezcla paranoica se ha celebrado recientemente un referéndum en Tayikistán para proclamar al antiguo dirigente de un “koljoz” (cooperativa agraria comunista), Emomali Rahmónov (de 50 años, en el poder desde 1992), presidente vitalicio. Ha sido el último en conseguir este título ya que sus vecinos –los líderes uzbeko, turkmeno, kazajo y kirguizio– lo hicieron hace varios años. Y es que Rahmónov es muy “discreto” y muy “demócrata”. Preguntado sobre sus planes de gobernar el país hasta la muerte, dijo que todavía no podía confirmarlos porque “en un Estado de derecho a menudo aparecen otros líderes y es el pueblo quien decide”.

Por supuesto, el pueblo tayiko “decidió” en el referéndum que Rahmónov es el mejor. Además lo hizo muy rapidamente. Dos horas después de la apertura de los colegios electorales, la Comisión Central declaró que el 53% de los electores “cumplieron con su deber patriótico” y se presentaron a las urnas. Unas horas más tarde apareció el resultado: el pueblo apoyó masivamente la idea de la presidencia vitalicia. Igualmente apoyó “con mucho entusiasmo” la abolición de la enseñanza y la sanidad gratuitas, otros puntos del referéndum. Por cierto, según un alto representante del gobierno tayiko, sólo el 1% de los votantes (la mayoría analfabetos), sabía por qué y para qué votaban.

Hoy en día, la mitad de los tres millones de tayikos vive fuera de su país, hundido en el hambre y la miseria más absoluta. Medio millón de estas personas vive en Moscú y en los alrededores de la capital rusa. Los organizadores del referéndum trajeron para ellos sólo 18.000 boletines, ya que muchos de los tayikos de Moscú no son de gran confianza para el régimen. Una parte, más o menos leal al presidente, fue convocada a uno de los mercados de Moscú donde a cambio de un “sí” recibían un plato de “plov” (paella tayika).

En el referéndum de Tayikistán hubo observadores internacionales, incluso de Francia, que no notaron ninguna “irregularidad”. En cuanto a Estados Unidos y Rusia, están encantados con Rahmónov por su postura en el conflicto afgano y la disponibilidad de acoger en el territorio tayiko a militares extranjeros. El propio régimen de Rahmónov está apoyado por miles de soldados rusos que le ayudaron a acabar con la guerrilla islamista durante la guerra civil a lo largo de todos los años 90. Una paz frágil firmada con la mediación de Irán que preveía el reparto del poder entre distintos clanes y tribus de la república. El deseo de Rahmónov de perpetuarse como presidente puede provocar un nuevo conflicto con los islamistas, según opinan los observadores rusos y círculos de la disidencia tayika.


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