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Víctor Cheretski

Ucrania: El pueblo ya no aguanta

Los ucranianos son gente buena, ingenua y, quizá, pertenecen a uno de los pueblos más pacíficos del mundo. Con un poco de patata y tocino, su principal alimento, son capaces de trabajar día y noche. El carácter tranquilo de esta nación es el resultado de un largo proceso histórico, lleno de sufrimiento y luchas por su dignidad.

Ucrania, una de las tierras más ricas del mundo, se ha convertido últimamente en una “Etiopía” europea. La gente está arruinada, no tiene ni para comer. Los ucranianos huyen de su patria, como lo hacían en la Edad Media para salvarse de la agresión turca o polaca. Se refugian en Rusia. Los rusos que siempre les han ayudado y que les consideran, por su ingenuidad, los “tontos de la familia”, les dan trabajo y comida. Pero la “madre Rusia” no puede acoger a todos. Ella misma pasa los peores tiempos de su historia.

¿Hasta donde llegará el límite del sufrimiento del pueblo ucraniano? Y es que, esta vez, Ucrania padece un mal mucho peor que la invasión extraña: sufre la dominación de políticos corruptos y perversos. Unos elementos sin escrúpulos ni moral, unos asesinos salvajes.

Para comprender en qué manos está Ucrania basta escuchar la grabación, hecha pública por un guardaespaldas presidencial, en la que el jefe del Estado, blasfemando como un bandolero, da orden de matar a un jóven periodista. Mientras, prácticamente cada día, salen a la luz escándalos sobre la corrupción en Ucrania. Al parecer, todos los altos funcionarios del Estado están contagiados de esta enfermedad. El antiguo primer ministro y amigo personal del presidente, Pavló Lazarenko, se encuentra en una cárcel estadounidense por blanqueo de dinero robado. El último escándalo está relacionado con la joven vicepresidenta del gobierno, Yulia Timoshenko, que ha sido acusada de operaciones fraudulentas con el gas natural.

Suma y sigue. Pero, ¿hasta cuándo? De momento, el pueblo ha dejado de aguantar.

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