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Víctor Cheretski

Unos nombramientos muy significativos

La prensa oficialista rusa, que cita al presidente Putin, explica los nuevos nombramientos por la necesidad de seguir con la reforma de las llamadas “estructuras de fuerza del Estado”. ¡Los tiempos nuevos necesitan a hombres nuevos!, proclaman los escribanos kremlinianos.

No obstante, las reformas no tienen nada que ver con todo esto. Los antiguos ministros, Serguéyev, de Defensa, y Rushailo, de Interior, también eran partidarios de la reforma y, en general, funcionarios ejemplares. Por lo menos, nunca han sido criticados públicamente. Pero tenían un defecto muy grave. No eran íntimos amigos del presidente, ni sus colegas del KGB, ni sus paisanos, procedentes, como el mismo Putin, de San Petersburgo.

Sí lo son los nuevos ministros Ivanov y Grizlov. Así que no se trata tanto de “intereses del Estado”. Putin, simplemente, refuerza su poder personal apoyándose en los hombres de su máxima confianza.

Otra mentira consiste en que son civiles. Ivanov, como se sabe, es general del KGB. No importa si lleva o no el uniforme. Lo del KGB es para toda la vida. De la organización se sale sólo en el ataud. Grizlov tampoco es civil. El diario moscovita Strana, generalmente muy bien informado, señala que Grizlov ha trabajado toda su vida en centros de investigación de carácter secreto. En los años 80-90, ocupó cargos importantes que sólo se confiaban a altos oficiales del omnipresente servicio secreto ruso.

Al mismo tiempo, los nuevos nombramientos demuestran las prerrogativas del presidente ruso. No le importan tanto las reformas ni la economía; los llamados “ministros económicos”, duramente criticados por su impotencia ante la crisis, siguen en sus puestos.

Al parecer, hoy en día, lo que de verdad importa en Rusia es sentirse cómodo en el poder con el pleno apoyo del ejército y de la policía.

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