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Víctor Gago

Noche electoral en el “tutto pasta"

El Partido Socialista congregó a su parroquia en el "Tutto Pasta" para seguir el escrutinio de las catalanas con ambiente de triunfo y hambre de lobos. Es un italiano más esnobista que original en Las Palmas de Gran Canaria, con una carta estándar y un interiorismo industrial a base de hierros, cristales y alineamientos minimalistas. Preside el "loft" una enorme máquina de pasta que produce al instante, a la vista de todos, la elección de cada cliente.
 
De alguna forma, la nueva generación que dirige el PSOE canario atisba, a través de las líneas simples y el menú sin personalidad de su comedor favorito, el patrón de modernidad que desea imitar en Maragall. La oferta es pretenciosa en las formas y gastada en los contenidos. Su público no espera un sabor original en su plato de espaguettis, se conforma con la leve ilusión de frescura que proporciona el espectáculo de la máquina produciéndolos ante sus ojos.
 
El socialismo de Zapatero, Maragall y Juan Carlos Alemán (secretario general en las Islas) saca afuera las tripas de su vieja cocina ideológica para exhibir su racionalidad, levedad, diversión, versatilidad y transparencia. Pero los consumidores sólo aprecian una máquina de churros de diseño futurista, y acaban eligiendo el sabor original de la taberna rugiente de Carod Rovira.
 
El PSC (Partido Socialista Canario) ha perdido su arquetipo catalanista durante la noche del "Tutto Pasta". El candidato al Senado por Gran Canaria, Arcadio Díaz Tejera, se trajo de Barcelona una camiseta de la firma Custo, con el eslogan "Todos con Maragall" estampado, que se puso cada vez que tuvo un foco y un micrófono a su alcance. Díaz se comporta como el perfecto "gruppie", incluso ha creado una plataforma llamada Ciudadanos por la Democracia, desde la que opera como independiente en el PSOE. Las siglas del partido eludieron la "E" de Español y adoptaron la "C" pegada al suelo por donde pisa el nacionalismo de CC (Coalición Canaria). El modelo Maragall y sus malos imitadores han vuelto a ser derrotados. En sí mismo, ese modelo es un burdo sucedáneo del nacionalismo, revestido con formas y materiales de diseño, que suavizan sus perfiles de totalitarismo y le dan un aspecto de cocina zen.
 
Para los socialistas canarios, la derrota no es una experiencia nueva. Llevan diez años de travesía en el desierto, insistiendo en ese giro nacionalista del que su clientela huye espantada. El resultado de esa cocina rápida es que el PSC no significa nada en la producción de ideas del PSOE, como demuestra la ausencia de Juan Carlos Alemán en la cumbre de Santillana. Tiene unas pocas voces sensatas que advierten que el adversario es el nacionalismo de CC, y no tanto el PP. Es el caso de Juan Fernando López Aguilar o de Jerónimo Saavedra, pero ni siquiera éstos tienen ahora la influencia de otros tiempos.

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