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Víctor Gago

PP gana, la izquierda nacionalista pierde

Las Elecciones de este domingo han puesto patas arriba el alambicado equilibrio político del Archipiélago, en el que las cosas rara vez son lo que parecen. El triunfo de Coalición Canaria (CC) en el Parlamento regional encierra la paradoja de que es, ante todo, una derrota en toda regla, la más rotunda que ha sufrido esta formación, amalgama de partidos localistas y de retales de la izquierda.

Sus 22 escaños (dos menos que en la consulta de 1999) no son, siquiera, la victoria pírrica que aparentan, frente al empuje del Partido Popular (PP), que pasa de 15 a 17, y queda a tan sólo 15.000 votos de los insularistas. Pero no es ése el despeñamiento de CC, apenas amortiguado por un desquiciado sistema electoral como el que rige, excepcionalmente, en esta Comunidad, en el que el voto de un ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria o de Santa Cruz de Tenerife vale menos que el de otro de Valverde (El Hierro) o de San Sebastián (La Gomera).

Sólo un régimen así es capaz de producir una distribución de escaños tan pervertidora de la voluntad democrática: la diferencia de PP y CC es de 1,6 puntos (favorable a CC), y los populares obtienen cinco escaños menos que los insularistas; PSOE ha cosechado 49.000 votos menos que PP (5,39 puntos de diferencia) y, sin embargo, obtiene un escaño más que los populares. Consciente de la fuerza que acaba de ganar en la política regional, José Manuel Soria, candidato del PP, ha anunciado que la reforma de la Ley electoral isleña será una de las prioridades de su partido, a la hora de pactar la gobernación del Archipiélago; un pacto que, previsiblemente, cerrará con CC, aunque ya no será la misma CC, ni tendrá tanta fuerza. La derrota de CC hay que medirla en el hundimiento de su facción de izquierda, ICAN, que ha sido barrida por el PP en Gran Canaria, una de las dos islas capitalinas.

CC se sostiene en una estructura de dos pilares: las AIC, o federación de partidos de ámbito insular y de corte moderado, cuyo centro de decisión se encuentra en Tenerife, y, por otro, ICAN, el partido del presidente del Gobierno saliente, Román Rodríguez, en el que confluyen desde ex comunistas como José Carlos Mauricio, hasta nacionalistas de izquierda como el propio Rodríguez, pasando por asamblearios rurales y partidarios de la teología de la liberación, sandinistas, castristas y amigos de variopintas tiranías. Las candidaturas de ICAN-CC acaban de ser devastadas por el electorado de Gran Canaria, su bastión.

Desde la propia candidatura de Rodríguez al Parlamento, el desmoronamiento ha sido en cascada. José Manuel Soria (PP) ha vapuleado al todavía presidente, doblándole en número de votos y de escaños ( 8 frente a 4). El presidente de los populares isleños, que también optaba al Cabildo Insular, infligió un castigo aún mayor al candidato de ICAN, Carmelo Ramírez (conocido popularmente como "subcomandante Ramírez"), y el PP gobernará por mayoría absoluta, por primera vez, esta institución clave en la estructura territorial del poder en Canarias. En el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el PP renueva por tercera vez su mayoría absoluta y estrenará alcaldesa, Josefa Luzardo. En esta capital, ha fracasado la táctica de ICAN para presentar una candidatura con antifaz moderado, encabezada por la ex diputada del PP, Bernarda Barrios. Pero el derrumbe más catastrófico para la facción radical de CC se ha producido en Telde, Arucas, San Bartolomé (Maspalomas) o Mogán, municipios en los que ha gobernado desde hace quince años, aplicando el clientelismo más abyecto y un control totalitario de los resortes de la libertad individual y de la sociedad civil.

El final de la extremidad izquierda de CC es un hecho y obliga a la coalición insularista a cambiar de modelo de organización y a reconstruir su siempre delicado equilibrio interno, que el empuje del PP ha hecho saltar por los aires. Aunque las crónicas no lo reflejen, Canarias ha sido liberada, y se abre un tiempo nuevo, después de veinte años de atraso democrático, intervencionismo y miedo; un tiempo de libertad, que no es poco.


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