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Víctor Llano

Aún esperamos por Lisbeth Salander

La represión y el miedo pudieron más que la miseria y la desesperación. Quince años más tarde los Castro siguen nombrando embajadores en España.

Esta semana las víctimas de los Castro recordamos con melancolía el maleconazo. Entonces estaba convencido de que la tiranía no podría con la desesperación. Se lo dije a una mujer que había levantado un tenderete castrista en la Feria de Muestras de Gijón. Me sonrió con suficiencia y me aseguró que me equivocaba. Acertó. Hoy tendría que reconocerle que en Cuba siguen mandando los hombres que no aman a las mujeres.

La represión y el miedo pudieron más que la miseria y la desesperación. Quince años más tarde los Castro siguen nombrando embajadores en España. Me equivoqué. El Gobierno de Estados Unidos pactó con la tiranía después de que la crisis de los balseros jugara a favor de los carceleros. En cualquier caso, aún esperamos por Lisbeth Salander. Y no vamos a dejar de esperar. El tiempo pasa para todos. Quince años después algo hemos ganado los que no renunciamos a la verdad, a la memoria, a la dignidad y a la justicia. Por mucho que le cuide el doctor García Sabrido, el más anciano de los dos coma-andantes no podría hoy presentarse en el Malecón de La Habana para soliviantar a sus perros en contra de los que no se conforman con ser sus víctimas. Y el otro no sé si se atrevería.

Nos tocó aguantar y aguantaremos. Aunque es cierto que son muchas las víctimas que prefieren esperar lejos de la tiranía e insisten en buscar el mejor modo de escapar de sus verdugos, siempre quedará alguien que pueda ayudar a una Lisbeth Salander cubana a entrar en el cuarto de los horrores de Fidel Castro. Y entonces sí podremos celebrar un 1 enero en La Habana. Ya queda menos. No siempre me va a ganar la mujer que quince años atrás me sonrió con suficiencia en la Feria de Muestras de Gijón. Después de tanto remar puede que no le resulte fácil verme morir en la orilla.

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