Menú
Víctor Llano

Dos caminos

Martha no ofrece diálogo a sus verdugos ni les invita a formar parte de su iniciativa para promover la sociedad civil, mientras que Oswaldo Payá emplaza a lo que él llama “autoridades cubanas” a participar en su proyecto

Son muchos los españoles que me han preguntado quién es a mi juicio y en estos momentos la voz más importante y con más futuro de la disidencia interna cubana. Aunque la respuesta no es sencilla, voy a intentar contestarla. Las tres figuras más significativas, son, en mi opinión, Óscar Elías Biscet, Martha Beatriz Roque y Oswaldo Payá. Por ese orden. Biscet está preso, por lo que Martha y Payá son los que tratan de protagonizar algún tipo de respuesta a la tiranía; sin embargo, no han logrado ponerse de acuerdo. Desde fuera de la Isla cuesta entenderlo, pero lo cierto es que no manifiestan tener mucho aprecio por lo que hace el otro.
 
No debemos confundir nuestros deseos con la realidad, aunque el distanciamiento entre Martha y Oswaldo sólo beneficia a los que quieren repartirse la herencia del tirano, sería inútil ocultar que es mucho lo que les separa. Estoy convencido de que los dos tienen buena intención, pero han elegido soluciones distintas. Todos los que suelen leer mis comentarios, saben que yo me siento mucho más cerca del camino que ha escogido Martha. En cualquier caso, lo que yo crea importa muy poco. Voy a intentar enumerar aquí las principales diferencias que por lo que puedo saber existen entre ambos. Si no acierto, será por falta de información o de talento, no por ayudar a uno en quebranto del otro.
 
Mientras Martha se declara liberal, Payá se confiesa social-cristiano. Por Martha y por el preso Biscet apuestan mayoritariamente en EEUU. En Europa lo hacen por Oswaldo. A Payá le apoya la Iglesia. A Martha se supone que también, pero mucho menos que al líder del Movimiento Cristiano Liberación. Martha no reconoce ningún logro de la robolución, Payá, sí. Martha no ofrece diálogo a sus verdugos ni les invita a formar parte de su iniciativa para promover la sociedad civil, mientras que Oswaldo Payá emplaza a lo que él llama “autoridades cubanas” a participar en su proyecto. Martha no trata de “tranquilizar” a los que sueñan con sustituir a Castro, Payá –sin duda desde la buena intención y contra toda esperanza– sí; les ofrece una salida, habla de dos bandos, de reconciliación y de encuentro. Martha se expresa como una opositora y Payá como el líder de la leal oposición. Los inversores europeos que tratan de salvar los muebles que se dejaron en Cuba confían en el mensaje aparentemente menos rupturista de Payá. De Martha se fían mucho menos, temen –por sus declaraciones– que un día pueda preguntarles por qué se sirvieron de propiedades robadas y auxiliaron a su carcelero.
 
Son más las diferencias –algunas muy dolorosas para los exiliados– y quizás inconscientemente haya arrimado el ascua a mi sardina; no obstante, espero que me disculpen los que así lo entiendan. Si en algo me he equivocado no dudaré en reconocerlo. No tengo nada en contra de Payá. Es más, admiro su valor, creo que no sería capaz de correr los riesgos que él corre en la Isla de las doscientas cárceles y de los cien mil presos. Oswaldo y su hermano Carlos me parecen muy buena gente. Lo he dicho mil veces. No coincido con gran parte de sus iniciativas, pero les tengo por hombres honestos y siempre –aunque no se me haya entendido– fue mi intención valorar como merece su entrega y su sacrificio; no obstante, es mi obligación contestar a lo que con insistencia se me pregunta. EnLibertad Digitalpodrán leer a otros colaboradores que no coinciden conmigo y que consideran que la solución que ofrece Oswaldo Payá es hoy no sólo la mejor, también la única posible; pero sí me preguntan a mí, he de responder que no es así, que ni es la única ni es la mejor. En Cuba hay más disidentes que Payá, más soluciones y mejores iniciativas.

En Internacional

    0
    comentarios