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Víctor Llano

El hombre del tiempo

José Luis no es George, y parece dispuesto a viajar a La Habana, cenar con el verdugo, y apuntarse el triunfo de la excarcelación de Raúl Rivero

Dicen que Iván es el peor huracán de los últimos cincuenta años. El régimen asegura que más de un 1.600.000 cubanos han sido evacuados. Según las últimas noticias, será la zona más occidental de la Isla la que en mayor medida sufrirá las acometidas del ciclón. En la provincia de Pinar del Río temen que después del paso de Iván se multipliquen los apagones, la escasez de agua potable y todas las calamidades que ya sufren. Es lo que les faltaba a los pobres pinareños. Aunque pasarán varios días antes de que se puedan evaluar los destrozos que cause el huracán, Castro ya ha rechazado en nombre de sus víctimas la ayuda de EEUU y de cualquier otro país que le pida respeto por los derechos humanos. Presume de tener muchos amigos que están dispuestos a ayudarle sin recordarle que tortura a centenares de disidentes. No le falta razón.
 
Pronto comprobaremos si también rechaza la ayuda que muy probablemente le ofrezca el gobierno español. Se supone que, como Bush, también Zapatero le reprocha que después de 45 años de robolución no se haya atrevido a convocar elecciones libres. Sin embargo, no creemos que el coma-andante renuncie al favor del presidente español. José Luis no es George, y parece dispuesto a viajar a La Habana, cenar con el verdugo, y apuntarse el triunfo de la excarcelación de Raúl Rivero. Es lo que espera Moratinos para pedirle a la Unión Europea que reconsidere su posición común respecto a la tiranía y vuelva a financiar con millones de euros la represión castrista.
 
Mucho nos alegraría ver a Rivero en Madrid. Sabemos lo que está sufriendo en prisión. Pero no sólo él. Cien mil presos más. Entre ellos, cerca de 500 activistas de derechos humanos a los que la "justicia" que ayudó a informatizar Ibarreche acusa de trabajar para una potencia enemiga. El régimen castrista no permite que ningún miembro de la Cruz Roja ni de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU visite sus cárceles; no obstante, el gobierno vasco no dudó en financiar con créditos irrecuperables la informatización de los tribunales robolucionarios. En España niega una mínima ayuda a las víctimas de ETA, al tiempo que en Cuba regala millones de euros al más connotado de los terroristas.
 
Muy probablemente, ni Zapatero ni Ibarreche hayan oído hablar de Óscar Elías Biscet. Son pocos los europeos que conocen de su lucha y de su sufrimiento; sin embargo, es el hombre por el que en este momento apuestan los norteamericanos. James Cason - jefe de la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana- ha instalado en el jardín de su casa una réplica de su celda de castigo. No por casualidad eligió la del médico cubano. Con él no valen componendas.
 
La iniciativa de Cason ha pasado casi inadvertida en Europa. Y es que aquí no se quiere asumir que será EEUU quien represente algo en Cuba una vez muerto Castro. Mientras tanto, hemos de conformarnos con sufrirle en su nuevo papel de hombre del tiempo. Su imagen –siguiendo la ruta del huracán- ha podido verse en casi todos los noticieros del mundo. Ahora está en un búnker protegiéndose del ciclón. Sabe cuidarse. Cuando se alejeIván, se tomará varias espirulinas y se fotografiará junto a algunos damnificados que no tendrán más remedio que sonreírle si no quieren que los citen en Villa Marista. Para terrible, él.

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