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Víctor Llano

La duodécima pantomina

La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas --presidida este año por ese gran ejemplo de democracia que es Libia-- ni siquiera ha sido capaz de aprobar una enmienda costarricense en la que se instaba a Castro a liberar a los disidentes que mantiene encarcelados desde el 18 de marzo. La duodécima resolución aprobada sobre Cuba por 24 votos a favor, veinte en contra y 9 abstenciones, se conforma con rogarle al gobierno cubano que permita a la emisaria del Alto Comisionado de Derechos Humanos, Christine Channet, visitar las más de doscientas cárceles de la prisión-grande.

No obstante, los países que aprobaron esta blandísima enmienda saben que jamás Castro les complacerá y que mientras él pueda evitarlo no va a existir una verdad oficial que certifique el sufrimiento de las miles de personas que se pudren en sus ergástulas. A pesar de ello, son muchos los gobiernos que año tras año insisten en perder el tiempo y en cubrir el expediente. Si Dios no lo remedia, dentro de doce meses asistiremos a una farsa parecida.

Mientras tanto, Martha Beatriz Roque, junto con Raúl Rivero y otros 80 disidentes llevan un mes en Villa Marista, sede de la Seguridad del Estado en La Habana. No se tienen noticias de que hayan sido trasladados a prisión. Sobreviven en un campo de concentración sin higiene y apenas sin comida. Al menos Martha y Rivero tienen más de 55 años, pero este hecho no parece importar mucho a los que por enésima vez se prestaron a participar en una pantomima en la que unos a otros se contaron el cuento de la buena pipa.

Después de cuarenta y cuatro años de tiranía son muchos los cubanos que preferirían que no se reunieran para hablar de su sufrimiento. Las dietas que cobran por echar la tarde charlando cómodamente de los últimos crímenes de Castro, sería mejor que las utilizaran para fines más nobles y no para engañar a la opinión pública haciendo ver que hacen algo cuando en realidad pierden el tiempo.

Los que forman parte de la Comisión de Derechos Humanos no ignoran que al gobierno cubano le importa muy poco su condena y que en ningún caso los hermanos Castro van a permitir que Christina Channet conozca sus métodos de tortura. Ese es un secreto de Estado que patentaron antes de bajar de Sierra Maestra y pretenden que les acompañe hasta la tumba. En 1959, bajo la dictadura de Batista, existían en Cuba 15 prisiones y 5.000 presos, hoy hay más de doscientas cárceles en las que se tortura a veintenas de miles de personas que no han sido capaces de asimilar el espíritu robolucionario. Pero cuanto más duro es Castro con ellos, más blandos son en el extranjero con su verdugo. Por eso Esteban Dido lleva cuarenta y cuatro años matando y robando.

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