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Víctor Llano

La peste

Es al Gobierno español a quien primero corresponde advertir a los europeos de la peste que pueden contraer si viajan al paraíso castrista. No es nuestra intención asustar por asustar. Son terribles las noticias que nos llegan desde La Habana.

Según el nuevo coma-andante, el máximo líder de los multimillonarios se recupera satisfactoriamente a pesar de que desde su lecho –¿de muerte?– nada puede hacer en contra del mosquito que transmite una enfermedad que se conoce como dengue hemorrágico. Y es que el Aedes Aegypti vuela sin control sobre la Isla de los cien mil presos. La sanidad robolucionaria que, con tanto éxito ha divulgado la patraña de su eficacia, no ha sido capaz de neutralizar una epidemia que encierra al régimen de los hermanos Castro en la noche más oscura de la Edad Media. Acaso un mosquito logre lo que no logró el exilio. Darle la puntilla a una tiranía que puede torturar a cien mil presos y exportar el terrorismo hasta el último rincón del planeta, pero que no ha sido capaz de erradicar una peste que ya no puede ocultar.

Tardaremos en conocer con certeza el número de víctimas del Aedes Aegypti, pero han de contarse por miles cuando a Raúl Castro no le quedó otra que ocuparse de él. Miguel Ángel Moratinos es un tipo con suerte. Pérez Roque le plantó en Nueva York cabreado porque Bernardino León se había reunido en La Habana con una pequeña representación de la disidencia cubana. Sin proponérselo, nuestro ministro de Asuntos Exteriores evitó así que Pérez pudiera contagiarle la peste. En cualquier caso, no es la salud de Moratinos lo único que nos preocupa. El Gobierno que nació de la mochila de Vallecas ya se demora en advertir a los españoles de que si deciden visitar los escombros que rodean a las más de doscientas cárceles, pueden regresar a España enfermos de un dengue hemorrágico mucho más peligroso que todas la cepas del SIDA que, desde hace muchos años, ofrece el inmenso lupanar que enriqueció a la familia Castro y a un buen número de sus generales.

Aunque jamás lo entenderemos, en Europa se tiene muy en cuenta, por infame que ésta resulte, la posición que adopte España respecto a Cuba. Por tanto, es al Gobierno español a quien primero corresponde advertir a los europeos de la peste que pueden contraer si viajan al paraíso castrista. No es nuestra intención asustar por asustar. Son terribles las noticias que nos llegan desde La Habana. La epidemia se ha extendido mucho más de lo que los más pesimistas podrían temer. Raúl Castro no ha podido ocultar por más tiempo su preocupación. Zapatero y Moratinos están obligados a informar a los españoles del riesgo que corren si viajan al apartheid comunista.

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