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Víctor Llano

Magdalena Álvarez

tres días después de que los socialistas españoles se negaran por enésima vez a auxiliar a las víctimas de la tiranía en el Congreso de los Diputados, la ministra de Fomento viajó a La Habana para firmar nuevos acuerdos con sus verdugos

No podía ser de otro modo. El martes 19 de abril el Parlamento español votó en contra de una iniciativa del Partido Popular en la que se pedía a la Cámara que apoyara a la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba, grupo que lidera Martha Beatriz Roque y que tiene intención de celebrar una reunión nacional el próximo 20 de mayo. Jorge Moragas advirtió de que la cita puede ser reprimida por el régimen castrista y recordó que las organizaciones disidentes “necesitan del aliento internacional” para neutralizar esa posible represión. Sin embargo, Rafael Estrella argumentó que votar sí o no a la propuesta no representaba "un ápice más" en el compromiso por la libertad en Cuba, y defendió la política de diálogo y acercamiento como mejor instrumento para lograr avances.
 
Sólo tres días después de que los socialistas españoles se negaran por enésima vez a auxiliar a las víctimas de la tiranía en el Congreso de los Diputados, la ministra de Fomento viajó a La Habana para firmar nuevos acuerdos con sus verdugos. Magdalena Álvarez subscribió en la Isla un convenio que permitirá aumentar la frecuencia de vuelos entre ambos países. Según la ministra, “la gran importancia del turismo, tanto para Cuba, como para España, hace todavía más necesario que impulsemos las relaciones aéreas entre los dos países”. A su juicio, el acuerdo supone “un salto cualitativo y cuantitativo importante en nuestras relaciones en el ámbito del transporte”.
 
Como Estrella, Álvarez confunde a Cuba con sus carceleros. Les ofrece a los verdugos lo que más necesitan, 100.000 nuevos turistas al año. Así entiende el gobierno de Zapatero lo que Estrella llama “su compromiso por la libertad en Cuba”. Claro que ni sus propios compañeros parecen prestar mucha atención a lo que dice el portavoz socialista. Recuerden lo que aseguró en octubre de 2001 en la Revista Tiempo. El diputado era entonces un político bien informado, Presidente de la Asamblea de Parlamentarios de la OTAN. Julia Navarro le hizo esta pregunta: ¿ETA está conectada con el terrorismo islámico? Y Estrella respondió: “Parece evidente que sí y que los servicios de información tienen noticia de ello”. Lástima que Jorge Moragas no le preguntara a Rafael Estrella por lo que no hace mucho le parecía evidente. Preguntarle por Cuba es perder el tiempo. Los socialistas lo tienen claro. Ya han elegido a sus amigos.
 
Por fortuna, no a todos resulta indiferente el sufrimiento ajeno. Dos días después de que el Gobierno español facilitara 100.000 nuevos turistas a la tiranía –potenciales clientes de miles de jineteras y jineteros adolescentes que para no morirse de hambre se les ofrecerán por unos pocos euros– un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una resolución de apoyo a la reunión de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba. A los estadounidenses les consta que es muy importante lo que pueda ocurrir en la Isla en los próximos días. Martha Beatriz Roque y sus compañeros no renuncian a reunirse el 20 de mayo. Lo mínimo que tendría que hacer un gobierno democrático –más si es español– es brindarles todo el apoyo posible. Martha corre un serio riesgo de volver a prisión. Moratinos y Zapatero están moralmente obligados a hacer todo lo que esté en su mano para evitarlo.
 
Por mucho que traten de engañarnos, los socialistas españoles saben perfectamente qué puede esperarse de Fidel Castro. Un tipo que en 1998 le aseguró a José María Aznar que necesitaba el embargo estadounidense por dos generaciones más. Al ex presidente del Gobierno le pareció “asombrosa la crueldad y la hipocresía de ese doble discurso de quien manifiestamente está utilizando a su pueblo como moneda de chantaje para denunciar a supuestos enemigos extranjeros y perpetuarse en el poder”. A la salida de la reunión que mantuvieron en el Palacio de la Moncloa, el tirano le dijo al hijo de Aznar: “estás saludando al demonio”. Por una vez no mintió.

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