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Víctor Llano

Nada quieren negociar con sus verdugos

Según una encuesta que encargó la agrupación Cuba Democracy Advocates a la empresa Campaing Data, el 96,9 % de los exiliados cubanos no está dispuesto a negociar con Fidel Castro. Es sólo un sondeo más y, como todos, intentará contentar a quien lo financia. Además, no nos parecen muchos los entrevistados. Seiscientos cubanos son pocos para pretender que su opinión sea la de todo el exilio. Sin embargo, por lo que nosotros hemos podido saber, escuchar y leer, los datos que a continuación les ofrecemos responden a lo que piensan la inmensa mayoría de las víctimas que han logrado escapar de la Isla de los cien mil presos y de las doscientas cárceles. Juzguen ustedes.
 
Únicamente el 16,3% de los entrevistados apoya el Proyecto Varela, iniciativa que insiste en dialogar con el gobierno castrista. Mientras que el 66% lo rechaza. Sin embargo, no es que los cubanos que huyeron de su país ignoren lo que pasa en la Isla, nada menos que el 81% de los entrevistados entre el 16 y el 24 de febrero, mostró su simpatía por Martha Beatriz Roque y Óscar Elías Biscet, dos de los disidentes encarcelados por negarse a pactar con los tiranos y a reconocer como legitimas las instituciones robolucionarias.  
 
Es cierto que este último sondeo no coincide con otros anteriores, y que nadie que pretenda hacer un análisis serio puede basarse en una encuesta; pero según mi experiencia, cuando le he preguntado a un cubano que podía responderme libremente qué es lo que quiere para su país, siempre me ha contestado que desea que no haya más violencia, que se juzgue a los máximos responsables de la barbarie, que se cree una Comisión de la Verdad, y, que junto a sus carceleros, desaparezca también cualquier rastro de tiranía. Insistimos. Ninguno de los cubanos que conozco desea vengarse de nada ni de nadie. Eso es sólo una burda patraña de los que para jugar con ventaja aceptan sentarse son los verdugos.
 
Todos los que en Europa -desde el interés por recuperar parte de lo mucho que les robó el coma-andante, o desde la indiferencia por el sufrimiento ajeno- han apostado en Cuba por “el hablando se entiende la gente”, harían bien en intentar saber qué quieren las víctimas. Sin ellas no hay futuro ni acuerdo duradero. ¿Imaginan ustedes a un hombre de bien negociando con el asesino que sustituya al que hoy es jefe de ETA? ¿Ofreciéndole perdón y diálogo eterno? ¿Justificándole? ¿Brindándole todo el tiempo del mundo para rectificar? Pues es justamente eso lo que algunos iluminados pretenden que ocurra en Cuba cuando de un modo o de otro desaparezca el Máximo Líder.
 
Saben que con Castro no hay nada que hacer, pero sueñan con que sean sus herederos los que les abran las puertas del Palacio de la Robolución. No obstante, no parece que salvo en Europa cuenten con mucho apoyo. Su tiempo pasó. Ellos lo saben. Y es que después de 45 años de tiranía no se puede hablar de dos bandos. Sólo hay víctimas y verdugos. Y aunque nadie pretende juzgar a la vieja del comité, tampoco se les puede exigir a los padres de los balseros que acaban de morir en el Estrecho de La Florida que se sienten en una mesa con los que provocaron la muerte de sus hijos. Una cosa es no querer vengarte y otra muy distinta deshonrar a los muertos.

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