Menú
Víctor Llano

No quieren que sepamos la verdad

Los que tratan de enredar en Cuba sentándose a la mesa con los carceleros, olvidaron que la tiranía no necesita de ellos. Les basta con las más de doscientas cárceles y con lo que les regalan el gorila golpista y otros amigos no tan poderosos.

Nadie ha de sorprenderse. Tienen lo que merecen. Después de que una legión de sectarios liberticidas europeos se hayan mostrado incapaces de distinguir entre víctimas y verdugos, son éstos los que les imponen condiciones. Los que tratan de enredar en Cuba sentándose a la mesa con los carceleros, olvidaron que la tiranía no necesita de ellos. Les basta con las más de doscientas cárceles y con lo que les regalan el gorila golpista y otros amigos no tan poderosos.  
 
Olvidaron que el régimen castrista no puede negociar con Europa lo que necesita. Nada puede comprar a  los gobiernos europeos que pretenden revolver en La Habana. Sobrevive gracias a la interesada caridad de Hugo Chávez, de centenares de ayuntamientos, de decenas de comunidades autónomas, y de miles de las siempre subvencionadas ONGs.
 
Por no necesitar no necesita ni de Moratinos. Nuestro ministro de Asuntos Exteriores se equivoca si espera que le agradezcan los servicios prestados. La iniciativa de Aznar les hizo daño en su momento, pero hoy ya la han asumido. Tal vez con el tiempo Moratinos logre su objetivo, convenza a algunos de sus socios y junto a ellos anule la posición común que todavía mantienen frente a la tiranía castrista. Nadie se lo agradecerá. No será el primero ni el último de “los gallegos” a los  que engañaron. Se burlarán de él como se burlaron de todos los que confiaron en que saldrían si les ofrecían una salida.
 
La única actitud decente que se puede mantener frente a los asesinos es la de intentar que pierdan toda esperanza. Sin embargo, también de Naciones Unidas reciben magníficas noticias, que sólo se pueden explicar desde los intereses de los desalmados que se burlan del sufrimiento ajeno. Tanto allí como aquí no son más que los mismos.
 
Los que trabajan para los carceleros en América y en Europa, los que renuncian a investigar las violaciones de los derechos humanos en Cuba, los que nunca preguntan por las noches de Villa Marista, son los mismos que en España destruyen los libros de César Vidal y las pruebas que podrían ayudarnos a saber quiénes asesinaron a 192 inocentes.
 

En Internacional

    0
    comentarios