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Víctor Llano

Payá: un héroe políticamente correcto

Pocas horas después de recibir el premio Sajarov, el líder del Movimiento Cristiano de Liberación y promotor del Proyecto Varela, viajó a Madrid, asistió a una reunión del Patronato de la Fundación Hispano Cubana y convocó una rueda de prensa.

A pesar de estar muy cansado, el disidente cubano se extendió en cada una de sus respuestas. Oswaldo Payá aseguró que no representa a toda la disidencia cubana, pero que sí “la lleva en su corazón”. No sabe los motivos que tiene el régimen comunista para permitirle a él salir de Cuba y no a Martha Beatriz Roque, ni por qué mientras a otros opositores se les encarcela o se les expulsa del trabajo, a él se le permite ejercer su profesión dentro de la sanidad oficial.

El impulsor de la iniciativa que insiste en arrancarle a Castro un referéndum democrático, es un hombre de la Iglesia Católica que habla constantemente de reconciliación; un cristiano que es capaz –aún siendo víctima– de perdonar a sus verdugos, aunque éstos, lejos de pedirle perdón, insistan en hacerle daño.

Payá pidió en la Fundación Hispana Cubana que se acoja a todos los cubanos que huyen de la tiranía, pero cuando se reunió con Aznar, media hora después de aterrizar en Madrid camino de Estrasburgo, no le preguntó por qué siendo España el país que más que más invierte en Cuba, su gobierno no sólo exige a los cubanos una visa de tránsito, también les niega el asilo humanitario y les obliga a regresar a La Habana, dónde son perseguidos por atreverse a intentar escapar de la “prisión grande”.

Al último premio Sajarov, no le parece una contradicción que el presidente español escriba a Fidel Castro para solicitarle que al él le dejen viajar a Estrasburgo tan sólo un mes después de obligar a regresar a la isla cárcel a una doctora cubana y a sus dos hijos. A la compatriota del promotor del Proyecto Varela, ni tan siquiera le permitieron ver a su marido, residente en España desde hace tres años.

Payá defendió el derecho de cualquier estado a conceder visas a quién crea oportuno y recordó que es muy difícil salir de Cuba y muy sospechoso que, sólo en un día, cientos de cubanos pidan asilo humanitario en la capital de España. Quizás, cuando el disidente regrese a La Habana, pueda conocer a la doctora a la que las autoridades españolas le negaron refugio. No nos pareció una espía.

Pero Payá es demasiado educado. No se le puede exigir que sea capaz de hacer reproche alguno a José María Aznar. Es tan políticamente correcto, que incluso agradeció a Miguel Ángel Martínez que también pidiera a Fidel Castro que le dejara volar a Europa, aunque según el socialista español la decisión de la Conferencia de Presidentes de la Eurocámara de otorgarle el premio Sajarov, “contribuye al descrédito del propio galardón y al de la institución que lo concedió”. Si Payá habla de reconciliarse con los verdugos, ¿cómo no iba a agradecer la gestión de Martínez ante el coma-andante? ¿Para qué recordar que al eurodiputado que preside el “Grupo de Amistad y Solidaridad con Cuba” del Parlamento Europeo le causó un enorme disgusto que él fuera premiado?

Payá es capaz de comprenderlo todo, incluso que la disidente y economista cubana Martha Beatriz Roque no participe de su iniciativa, se niegue a pedirle al tirano un referéndum que jamás concederá y se empeñe en que en Cuba pueda existir una sociedad civil. Pero Claro, Martha no es políticamente correcta. Quizás por eso el Máximo Líder no la autorizó a volar a Estados Unidos y recibir el galardón que le otorgó la Academia de Ciencias de Nueva York.

Respecto a los especuladores españoles que corren a hacer negocio con los Hermanos Castro, Payá no negó su derecho a invertir en la prisión grande, pero no sin antes tratar a los obreros cubanos como tratan a los españoles. Paya no habló de esclavitud, pero lo dio entender, o al menos eso preferimos entender de sus larguísimas respuestas.

Quizás Oswaldo Payá no comprendiera alguna de las preguntas que le hicimos, pero estamos seguros de que sabrá perdonarnos. De un cristiano como él no se puede esperar otra cosa. A pesar de no compartir su entusiasmo por el Proyecto Varela, lo consideramos tan héroe como pueden serlo Martha Beatriz Roque, Oscar Elías Biscet o Juan Carlos González Leiva. Todos los que en Cuba luchan por los derechos humanos lo son. Aunque no todos se muestren tan políticamente correctos como el último premio Sajarov.

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